BLANCA VARELA
—los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
—el hombre es un extraño animal.
En la mayor parte del mundo
la mitad de los niños se van a la cama
hambrientos.
¿Renuncia el ángel a sus plumas, al iris,
a la gravedad y la gracia?
¿Se acabo para nosotros la esperanza de
ser mejores ahora?
La vida es de otros.
Ilusiones y yerros.
La palabra fatigada.
Ya ni te atreves a comerte un durazno.
Para algo cerré la puerta,
di la espalda
y entre la rabia y el sueño olvidé muchas
cosas.
La mitad de los niños se van a la cama
hambrientos.
—los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
—el hombre es un extraño animal.
Los sabios, en quienes depositamos nuestra
confianza,
nos traicionan.
—los niños se van a la cama hambrientos.
—los viejos se van a la muerte hambrientos.
El verbo no alimenta. Las cifras no sacian.
Me acuerdo. ¿Me acuerdo?
Me acuerdo mal, reconozco a tientas. Me equivoco.
Viene una niña de lejos. Doy la espalda.
Me olvido de la razón y el tiempo.
Y todo debe ser mentira
porque no estoy en el sitio de mi alma.
No me quejo de la buena manera.
La poesía me harta.
Cierro la puerta.
Orino tristemente sobre el mezquino fuego de
la gracia.
—los niños se van a la cama hambrientos.
—los viejos se van a la muerte hambrientos.
El verbo no alimenta.
Las cifras no sacian.
—el hombre es un extraño animal.
—los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
—el hombre es un extraño animal.
En la mayor parte del mundo
la mitad de los niños se van a la cama
hambrientos.
¿Renuncia el ángel a sus plumas, al iris,
a la gravedad y la gracia?
¿Se acabo para nosotros la esperanza de
ser mejores ahora?
La vida es de otros.
Ilusiones y yerros.
La palabra fatigada.
Ya ni te atreves a comerte un durazno.
Para algo cerré la puerta,
di la espalda
y entre la rabia y el sueño olvidé muchas
cosas.
La mitad de los niños se van a la cama
hambrientos.
—los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
—el hombre es un extraño animal.
Los sabios, en quienes depositamos nuestra
confianza,
nos traicionan.
—los niños se van a la cama hambrientos.
—los viejos se van a la muerte hambrientos.
El verbo no alimenta. Las cifras no sacian.
Me acuerdo. ¿Me acuerdo?
Me acuerdo mal, reconozco a tientas. Me equivoco.
Viene una niña de lejos. Doy la espalda.
Me olvido de la razón y el tiempo.
Y todo debe ser mentira
porque no estoy en el sitio de mi alma.
No me quejo de la buena manera.
La poesía me harta.
Cierro la puerta.
Orino tristemente sobre el mezquino fuego de
la gracia.
—los niños se van a la cama hambrientos.
—los viejos se van a la muerte hambrientos.
El verbo no alimenta.
Las cifras no sacian.
—el hombre es un extraño animal.
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