sábado, 5 de junio de 2010

Higuera


La única cosa que sabía hacer realmente bien era conseguir premios y becas académicas, pero esa etapa de mi vida se acercaba inevitablemente a su fin.

Me sentí como un caballo de carrera en un mundo sin pistas de carrera, o como un estudiante - campeón deportivo que se encontró en su primer puesto de trabajo en la vida- la bolsa de valores, traje color granate- y al que, como único recuerdo del magnífico pasado, quedó una copa dorada sobre el estante, con su nombre, apellido y la fecha tallados como sobre una lápida.

Mi vida se me presentó como una higuera con varias ramas, como en aquel cuento.

De cada rama colgaba un higo violeta y maduro, símbolo de una de las oportunidades que me esperaban en la vida. Representaban al marido, la casa, los hijos, la fama poética, una magnífica carrera como profesora, una carrera periodística, Europa, África y América del Sur, a Constantino, Sócrates, Atila, y legiones de amantes de nombres raros y extraordinarias profesiones. Uno de los higos representaba una medalla olímpica dorada en remo. En el árbol había muchos mas frutos maduros, cuyo simbolismo era incapaz de descifrar.

Me imaginaba que estoy sentada sobre ese árbol y muero de hambre, porque no puedo de modo alguno decidir qué higo tomar. Quería tenerlos todos, tomar cada uno de los higos por separado, pero arrancar uno significaba automáticamente renunciar a los demás, así que seguía sentada, hasta que los higos empezaron a arrugarse, volverse negros y uno tras otro caían a la tierra.

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Traducción de Malheli para Amaré al aire, a partir de la versión polaca de Mira Michałowska - 
Sylvia Plath
Szklany klosz (The Bell Jar) 1975, Warszawa, Czytelnik s. 122-123