domingo, 26 de abril de 2020

domingo

El pan nuestro
CÉSAR VALLEJO

Se bebe el desayuno... Húmeda tierra
de cementerio huele a sangre amada.
Ciudad de invierno... La mordaz cruzada
de una carreta que arrastrar parece
una emoción de ayuno encadenada!

Se quisiera tocar todas las puertas,
y preguntar por no sé quién; y luego
ver a los pobres, y, llorando quedos,
dar pedacitos de pan fresco a todos.
Y saquear a los ricos sus viñedos
con las dos manos santas
que a un golpe de luz
volaron desclavadas de la Cruz!

Pestaña matinal, no os levantéis!
¡El pan nuestro de cada día dánoslo,
Señor...!

Todos mis huesos son ajenos;
yo talvez los robé!
Yo vine a darme lo que acaso estuvo
asignado para otro;
y pienso que, si no hubiera nacido,
otro pobre tomara este café!
Yo soy un mal ladrón... A dónde iré!

Y en esta hora fría, en que la tierra
trasciende a polvo humano y es tan triste,
quisiera yo tocar todas las puertas,
y suplicar a no sé quién, perdón,
y hacerle pedacitos de pan fresco
aquí, en el horno de mi corazón...!

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Texto encontrado aquí.

martes, 21 de abril de 2020

palabras

Mateo 6, 5-8

Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. 
Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 
Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. 
No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.

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Versión: Biblia de Jerusalén

domingo, 12 de abril de 2020

almotásim

Imagen: Cordon Press


El acercamiento a Almotásim
JORGE LUIS BORGES

Philip Guedalla escribe que la novela The approach to Al-Mu’tasim del abogado Mir Bahadur Alí, de Bombay, «es una combinación algo incómoda (a rather uncomfortable combination) de esos poemas alegóricos del Islam que raras veces dejan de interesar a su traductor y de aquellas novelas policiales que inevitablemente superan a John H. Watson y perfeccionan el horror de la vida humana en las pensiones más irreprochables de Brighton». Antes, Mr. Cecil Roberts había denunciado en el libro de Bahadur «la doble, inverosímil tutela de Wilkie Collins y del ilustre persa del siglo XII, Ferid Eddin Attar» -tranquila observación que Guedalla repite sin novedad, pero en un dialecto colérico. Esencialmente, ambos escritores concuerdan: los dos indican el mecanismo policial de la obra, y su undercurrent místico. Esa hibridación puede movernos a imaginar algún parecido con Chesterton; ya comprobaremos que no hay tal cosa.
La editio princeps del Acercamiento a Almotásim apareció en Bombay, a fines de 1932. El papel era casi papel de diario; la cubierta anunciaba al comprador que se trataba de la primera novela policial escrita por un nativo de Bombay City: En pocos meses, el público agotó cuatro impresiones de mil ejemplares cada una. La Bombay Quarterly Review, la Bombay Gazette, la Calcutta Review, la Hindustan Review (de Alahabad) y el Calcutta Englishman, dispensaron su ditirambo. Entonces Bahadur publicó una edición ilustrada que tituló The conversation with the man called Al-Mu’tasim y que subtituló hermosamente: A game with shifting mirrors (Un juego con espejos que se desplazan). Esa edición es la que acaba de reproducir en Londres Víctor Gollancz, con prólogo de Dorothy L. Sayers y con omisión -quizá misericordiosa- de las ilustraciones. La tengo a la vista; no he logrado juntarme con la primera, que presiento muy superior. A ello me autoriza un apéndice, que resume la diferencia fundamental entre la versión primitiva de 1932 y la de 1934. Antes de examinarla -y de discutirla- conviene que yo indique rápidamente el curso general de la obra.
Su protagonista visible -no se nos dice nunca su nombre- es estudiante de derecho en Bombay. Blasfematoriamente, descree de la fe islámica de sus padres, pero al declinar la décima noche de la luna de muharram, se halla en el centro de un tumulto civil entre musulmanes e hindúes. Es noche de tambores e invocaciones: entre la muchedumbre adversa, los grandes palios de papel de la procesión musulmana se abren camino. Un ladrillo hindú vuela de una azotea; alguien hunde un puñal en un vientre; alguien ¿musulmán, hindú? muere y es pisoteado. Tres mil hombres pelean: bastón contra revólver, obscenidad contra imprecación, Dios el Indivisible contra los Dioses. Atónito, el estudiante librepensador entra en el motín. Con las desesperadas manos, mata (o piensa haber matado) a un hindú. Atronadora, ecuestre, semidormida, la policía del Sirkar interviene con rebencazos imparciales. Huye el estudiante, casi bajo las patas de los caballos. Busca los arrabales últimos. Atraviesa dos vías ferroviarias, o dos veces la misma vía. Escala el muro de un desordenado jardín, con una torre circular en el fondo. Una chusma de perros color de luna (a lean arad evil mob of mooncoloured hounds) emerge de los rosales negros. Acosado, busca amparo en la torre. Sube por una escalera de fierro -faltan algunos tramos- y en la azotea, que tiene un pozo renegrido en el centro, da con un hombre escuálido, que está orinando vigorosamente en cuclillas, a la luz de la luna. Ese hombre le confía que su profesión es robar los dientes de oro de los cadáveres trajeados de blanco que los parsis dejan en esa torre. Dice otras cosas viles y menciona que hace catorce noches que no se purifica con bosta de búfalo. Habla con evidente rencor de ciertos ladrones de caballos de Guzerat, «comedores de perros y de lagartos, hombres al cabo tan infames como nosotros dos». Está clareando: en el aire hay un vuelo bajo de buitres gordos. El estudiante, aniquilado, se duerme; cuando despierta, ya con el sol bien alto, ha desaparecido el ladrón. Han desaparecido también un par de cigarros de Trichinópoli y unas rupias de plata. Ante las amenazas proyectadas por la noche anterior, el estudiante resuelve perderse en la India. Piensa que se ha mostrado capaz de matar un idólatra, pero no de saber con certidumbre si el musulmán tiene más razón que el idólatra. El nombre de Guzerat no lo deja, y el de una malka-sansi (mujer de casta de ladrones) de Palanpur, muy preferida por las imprecaciones y el odio del despojador de cadáveres. Arguye que el rencor de un hombre tan minuciosamente vil importa un elogio. Resuelve -sin mayor esperanza- buscarla. Reza, y emprende con segura lentitud el largo camino. Así acaba el segundo capítulo de la obra.
Imposible trazar las peripecias de los diecinueve restantes. Hay una vertiginosa pululación de dramatis personae -para no hablar de una biografía que parece agotar los movimientos del espíritu humano (desde la infamia hasta la especulación matemática) y de la peregrinación que comprende la vasta geografía del Indostán-. La historia comenzada en Bombay sigue en las tierras bajas de Palanpur, se demora una tarde y una noche en la puerta de piedra de Bikanir, narra la muerte de un astrólogo ciego en un albañal de Benarés, conspira en el palacio multiforme de Katmandú, reza y fornica en el hedor pestilencial de Calcuta, en el Machua Bazar, mira nacer los días en el mar desde una escribanía de Madrás, mira morir las tardes en el mar desde un balcón en el estado de Travancor, vacila y mata en Indaptir y cierra su órbita de leguas y de años en el mismo Bombay, a pocos pasos del jardín de los perros color de luna. El argumento es este: Un hombre, el estudiante incrédulo y fugitivo que conocemos, cae entre gente de la clase más vil y se acomoda a ellos, en una especie de certamen de infamias. De golpe -con el milagroso espanto de Robinsón ante la huella de un pie humano en la arena- percibe alguna mitigación de esa infamia: una ternura, una exaltación, un silencio, en uno de los hombres aborrecibles. «Fue como si hubiera terciado en el diálogo un interlocutor más complejo.» Sabe que el hombre vil que está conversando con él es incapaz de ese momentáneo decoro; de ahí postula que este ha reflejado a un amigo, o amigo de un amigo. Repensando el problema, llega a una convicción misteriosa: En algún punto de la tierra hay un hombre de quien procede esa claridad; en algún punto de la tierra está el hombre que es igual a esa claridad. El estudiante resuelve dedicar su vida a encontrarlo.
Ya el argumento general se entrevé: la insaciable busca de un alma a través de los delicados reflejos que esta ha dejado en otras: en el principio, el tenue rastro de una sonrisa o de una palabra; en el fin, esplendores diversos y crecientes de la razón, de la imaginación y del bien. A medida que los hombres interrogados han conocido más de cerca a Almotásim, su porción divina es mayor, pero se entiende que son meros espejos. El tecnicismo matemático es aplicable: la cargada novela de Bahadur es una progresión ascendente, cuyo término final es el presentido «hombre que se llama Almotásim». El inmediato antecesor de Almotásim es un librero persa de suma cortesía y felicidad; el que precede a ese librero es un santo… Al cabo de los años, el estudiante llega a una galería «en cuyo fondo hay una puerta y una estera barata con muchas cuentas y atrás un resplandor». El estudiante golpea las manos una y dos veces y pregunta por Almotásim. Una voz de hombre -la increíble voz de Almotásim- lo insta a pasar. El estudiante descorre la cortina y avanza. En ese punto la novela concluye.
Si no me engaño, la buena ejecución de tal argumento impone dos obligaciones al escritor: una, la variada invención de rasgos proféticos; otra, la de que el héroe prefigurado por esos rasgos no sea una mera convención o fantasma. Bahadur satisface la primera; no sé hasta dónde la segunda. Dicho sea con otras palabras: el inaudito y no mirado Almotásim debería dejarnos la impresión de un carácter real, no de un desorden de superlativos insípidos. En la versión de 1932, las notas sobrenaturales ralean: «el hombre llamado Almotásim» tiene su algo de símbolo, pero no carece de rasgos idiosincrásicos, personales. Desgraciadamente, esa buena conducta literaria no perduró. En la versión de 1934 -la que tengo a la vista- la novela decae en alegoría: Almotásim es emblema de Dios y los puntuales itinerarios del héroe son de algún modo los progresos del alma en el ascenso místico. Hay pormenores afligentes: un judío negro de Kochín que habla de Almotásim, dice que su piel es oscura; un cristiano lo describe sobre una torre con los brazos abiertos; un lama rojo lo recuerda sentado «como esa imagen de manteca de yak que yo modelé y adoré en el monasterio de Tashilhunpo». Esas declaraciones quieren insinuar un Dios unitario que se acomoda a las desigualdades humanas. La idea es poco estimulante, a mi ver. No diré lo mismo de esta otra: la conjetura de que también el Todopoderoso está en busca de Alguien, y ese Alguien de Alguien superior (o simplemente imprescindible e igual) y así hasta el Fin -o mejor, el Sinfín- del Tiempo, o en forma cíclica. Almotásim (el nombre de aquel octavo Abbasida que fue vencedor en ocho batallas, engendró ocho varones y ocho mujeres, dejó ocho mil esclavos y reinó durante un espacio de ocho años, de ocho lunas y de ocho días) quiere decir etimológicamente «El buscador de amparo». En la versión de 1932, el hecho de que el objeto de la peregrinación fuera un peregrino, justificaba de oportuna manera la dificultad de encontrarlo; en la de 1934, da lugar a la teología extravagante que declaré. Mir Bahadur Alí, lo hemos visto, es incapaz de soslayar la más burda de las tentaciones del arte: la de ser un genio.
Releo lo anterior y temo no haber destacado bastante las virtudes del libro. Hay rasgos muy civilizados: por ejemplo, cierta disputa del capítulo diecinueve en la que se presiente que es amigo de Almotásim un contendor que no rebate los sofismas del otro, «para no tener razón de un modo triunfal».
*
Se entiende que es honroso que un libro actual derive de uno antiguo: ya que a nadie le gusta (como dijo Johnson) deber nada a sus contemporáneos. Los repetidos pero insignificantes contactos del Ulises de Joyce con la Odisea homérica, siguen escuchando -nunca sabré por qué- la atolondrada admiración de la crítica; los de la novela de Bahadur con el venerado Coloquio de los pájaros de Farid ud-din Attar, conocen el no menos misterioso aplauso de Londres, y aun de Alahabad y Calcuta. Otras derivaciones no faltan. Algún inquisidor ha enumerado ciertas analogías de la primera escena de la novela con el relato de Kipling On the City Wall; Bahadur las admite, pero alega que sería muy anormal que dos pinturas de la décima noche de muharram no coincidieran… Eliot, con más justicia, recuerda los setenta cantos de la incompleta alegoría The Faërie Queene en los que no aparece una sola vez la heroína, Gloriana -como lo hace notar una censura de Richard William Church. Yo, con toda humildad, señalo un precursor lejano y posible: el cabalista de Jerusalén, Isaac Luria, que en el siglo XVI propaló que el alma de un antepasado o maestro puede entrar en el alma de un desdichado, para confortarlo o instruirlo. Ibbür se llama esa variedad de la metempsicosis¹.

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1. En el decurso de esta noticia, me he referido al Mantiq al-Tayr (Coloquio de los pájaros) del místico persa Farid al-Din Abú Talib Muhámmad ben lbrahim Attar a quien mataron los soldados de Tule, hijo de Zingis Jan, cuando Nishapur fue expoliada. Quizá no huelgue resumir el poema. El remoto rey de los pájaros, el Simurg, deja caer en el centro de la China una pluma espléndida; los pájaros resuelven buscarlo, hartos de su antigua anarquía. Saben que el nombre de su rey quiere decir treinta pájaros; saben que su alcázar está en el Kaf, la montaña circular que rodea la tierra. Acometen la casi infinita aventura; superan siete valles, o mares; el nombre del penúltimo es «Vértigo»; el último se llama «Aniquilación». Muchos peregrinos desertan; otros perecen. Treinta, purificados por los trabajos, pisan la montaña del Simurg. Lo contemplan al fin: perciben que ellos son el Simurg y que el Simurg es cada uno de ellos y todos. (También Plotino -Enéodas,V 8, 4- declara una extensión paradisíaca del principio de identidad: Todo, en el cielo inteligible, está en todas partes. Cualquier cosa es todas las cosas. El sol es todas las estrellas, y cada estrella es todas las estrellas y el sol.) El Mantiq al-Tayr ha sido vertido al francés por Garcín de Tassy; al inglés por Edward FitzGerald; para esta nota, he consultado el décimo tomo de las 1001 noches de Burton y la monografa The Persion mystics: Attar (1932) de Margaret Smith.
Los contactos de ese poema con la novela de Mir Bahadur Alí no son excesivos. En el vigésimo capítulo, unas palabras atribuidas por un librero persa a Almotásim son, quizá, la magnificación de otras que ha dicho el héroe; esa y otras ambiguas analogías pueden significar la identidad del buscado y del buscador; pueden también significar que este influye en aquel. Otro capítulo insinúa que Almotásim es el «hindú» que el estudiante cree haber matado.

FIN

Historia de la eternidad, 1936

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Texto encontrado aquí.

domingo, 5 de abril de 2020

cielo y tierra


Plumones amarillos y catequistas gordas
MATA

Hubo un tiempo en que no era tan tonto, tenía mis colores y mi cartuchera
Tenía mi horario con Lionel Messi, me preparaba en casa para todos los controles
Hubo un tiempo en que no era tan tonto, catequistas gordas nos traían leche y zanahoria
Y todos tomábamos la leche y comíamos la zanahoria, hasta reventar
No hay bien ni mal, solo niños educados y niños malcriados
Que intercambian legos por stickers
Todos los días a las 7:30 había formación, luego un rosario
Primero nos enseñaban maniobras militares, luego decíamos amén
Todos los días leíamos el Antiguo Testamento y el Nuevo
Y la palabra se hacía carne
Y un cura calvito con lentes nos daban sermones muy chéveres
Los primeros viernes había misa, los jueves eran los reuniones
Pero para padres, no para nosotros, y nos hacían sánguches para el desayuno
Y las hermanas se los daban a los indigentes si algunos de nosotros no terminaba
Y las hermanas nos hacían tostadas y nos hacían besar el pan si caía al suelo, 
y besábamos ese pan, cuando caía
Y ahora te lo ruego, bésame también tú, porque necesito una señal para levantarme

Y aunque a simple vista noto que en algún lugar cielo y tierra se unen
Aún es muy lejos y tengo miedo de desfallecer
Y aunque en realidad conozco más pruebas de que no existes
Haré lo posible por vivir como si estuvieras

Hubo un tiempo en que tenía una bella esposa y un reloj de plástico
Lo recuerdo ahora que veo en la tele un pez dormido a las 4 a. m.
Y luego de años aprecio la siesta obligatoria aunque en esa época no dormí ni una vez
Y me pregunto qué es esa siesta para mí ahora
Y recuerdas como muchas veces antes de dormir conversábamos sobre tantas cosas
A veces tontas
Pero ponía en ti mi esperanza y mi fe como los codos sobre el alféizar
O como aquel té granulado sobre la banca
Porque hay cosas que no hemos de beber
Y cosas que no hemos de comer como las semillas del serbal
Y cuando comemos pescado debemos tener cuidado con las espinas, 
pero por lo menos no tenemos que ayunar tanto como los adultos
Y ahora tócame, bastará tan solo un poco
Ya no quiero volver a nuestros recuerdos expuestos
Y ahora tócame, solo si me oyes, porque me gustaría tanto saber que miras

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Texto encontrado aquí.
Traducción de M. Alhelí

domingo, 29 de marzo de 2020

como el impulso vital


Cada siete tardes de sol

MANOLO BARRIOS / MAR DE COPAS

Como las olas del mar / Que como vienen se van / Que como vienen se van

Como una tarde de sol / Que se te vuelve a esconder/ Que se te vuelve a esconder

Como mi juventud / Como tu juventud / Como el deseo que fue

Como el impulso vital / Como las ganas de hablar / Es que luché tanto por tu amor

Contra mi fiel soledad / Que me deje estar cansado / Muy cansado

Seriamente lo he pensado / La retirada emprender / Cuatro paredes de sol / Y siempre tenue la luz

O tu batalla perdí / Ante ti rindo mi amor / Y con un beso me voy / Con un beso ausente me voy

Y fueron tus besos a las siete y cuarto de hoy / Los que le contaron / un secreto a voces al sol / Que andaba perdido / en la indiferencia /de tus ojos claros

Cada siete tardes de sol

Por una promesa viví / Una de cemento y cristal / Que venía siempre por mi / Me templé del viento y del mar / Quédate con tu corazón

Cada siete tardes de sol

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Texto encontrado aquí.

miércoles, 25 de marzo de 2020

arenas

Retrato de Rafael Alberti. Gregorio Prieto
Retornos del amor en las arenas
RAFAEL ALBERTI

Esta mañana, amor, tenemos veinte años.
Van voluntariamente lentas, entrelazándose
nuestras sombras descalzas camino de los huertos
que enfrentan los azules de mar con sus verdores.
Tú todavía eres casi la aparecida,
la llegada una tarde sin luz entre dos luces,
cuando el joven sin rumbo de la ciudad prolonga,
pensativo, a sabiendas el regreso a su casa.
Tú todavía eres aquella que a mi lado
vas buscando el declive secreto de las dunas,
la ladera recóndita de la arena, el oculto
cañaveral que pone
cortinas a los ojos marineros del viento.
Allí estás, allí estoy contra ti, comprobando
la alta temperatura de las odas felices,
el corazón del mar ciegamente ascendido,
muriéndose en pedazos de dulce sal y espumas.
Todo nos mira alegre, después, por las orillas.
Los castillos caídos sus almenas levantan,
las algas nos ofrecen coronas y las velas,
tendido el vuelo, quieren cantar sobre las torres.

Esta mañana, amor, tenemos veinte años.

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Texto encontrado aquí.
Leído por primera vez en ALBERTI, Rafael (1999) Antología poética. Madrid, España: Alianza Editorial. p. 265

domingo, 1 de marzo de 2020

luz


Desde esta luz
CORAL BRACHO

Desde esta luz que incide, con delicada
flama,
la eternidad. Desde este jardín atento,
desde esta sombra.
Abre su umbral el tiempo,
y en él se imantan
los objetos.
Se ahondan en él,
y él los sostiene así:
claros, rotundos,
generosos. Frescos llenos de su alegre volumen,
de su esplendor festivo
de su hondura estelar.
Sólidos y distintos
alían su espacio
y su momento, su huerto exacto
para ser sentidos. Como piedras precisas
en un jardín. Como lapsos trazados
sobre un templo.

Una puerta, una silla,
el mar.
La blancura profunda
desfasada
del muro. Las líneas breves
que lo centran.
Deja el tamarindo un fulgor
entre la noche espesa.
Suelta el cántaro el ruido
solar del agua.
Y la firme tibieza de sus manos; deja la noche densa,
la noche vasta y desbordada sobre el hondo caudal,
su entrañable
tibieza.

viernes, 28 de febrero de 2020

la realidad


Cuarto Movimiento: La realidad
EXTREMODURO

Agazapado espero como un alacrán,
bajo las piedras escondido.
Porque a la vida era lo único que le da sentido.

Acostumbrado a escapar de la realidad,
perdí el sentido del camino,
y envejecí cien años más de tanto andar
perdido.
Y me busco en la memoria el rincón
donde perdí la razon,
y la encuentro donde se me perdió
cuando dijiste que no.

Hice un barquito de papel para irte a ver,
se hundió por culpa del rocío.
No me preguntes cómo vamos a cruzar el río.

Y rebusco en la memoria el rincón
donde perdí la razon,
y la encuentro donde se me perdió
cuando dijiste que no.

Sin ser, me vuelvo duro como una roca
si no puedo acercarme ni oír
los versos que me dicta esa boca.
Y ahora que ya no hay nada, ni dar
la parte de dar que a mí me toca,
por eso no he dejado de andar.

Buscando mi destino,
viviendo en diferido
sin ser, ni oír, ni dar.
Y a cobro revertido
quisiera hablar contigo,
y así sintonizar.

Para contarte
que quisiera ser un perro y olisquearte.
Vivir como animal que no se altera
tumbado al sol lamiéndose la breva.
Sin la necesidad de preguntarse
si vengativos dioses nos condenarán.
Si por Tutatis
el cielo sobre nuestras cabezas caerá.

Buscando mi destino,
viviendo en diferido
sin ser, ni oír, ni dar.
Y a cobro revertido
quisiera hablar contigo,
y así sintonizar.

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Texto encontrado aquí.

domingo, 23 de febrero de 2020

La flor que yo corté


Te Venero
ROSALÍA

La flor que yo corté 
La flor que yo corté 
Y una flor que yo corté 
Que le llaman pensamiento 
Me recordó los tormentos 
Que me causó una mujer 

Pero a Cuba me marché 
Pero a Cuba yo marché
Para probar mi fortuna 
Sin esperanza ninguna 
Y en Cuba me encontré 
Y en darle mi querer 
Me quiso como ninguna 

¡Ay! Cuba linda, te venero 
Cuba linda, te venero 
Por tu belleza sin par 
Por tu belleza sin par 
Qué guapa me has parecío 
Cuando en el baile te hablé 
Que me pareciste otra 
Más bonita y más preciosa 
Que la mata del café 

Nace el hombre y al nacer 
Nace el hombre y al nacer 
Cárcel por destino tiene 
Porque solamente viene 
A un continuo padecer 

Una noche en que la luna 
Una noche en que la luna 
No daba su luz tan bella 
Tan solamente una estrella 
Que alumbraba mi fortuna 
Sin esperanza ninguna 
Hasta el sepulcro llegué 
Y una dalia coloqué 

En prueba del amor mío 
Donde están los restos fríos 
De la mujer que adoré 
Donde están los restos fríos 
De la mujer que adoré 
Donde están los restos fríos 
De la mujer que adoré

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Texto encontrado en youtube.

domingo, 16 de febrero de 2020

Osiem kobiet


Ocho mujeres
TACONAFIDE FT. BEDOES

[TACO HEMINGWAY]
Oh, quién lo diría: todos me quieren para sí... yo prefiero la poligamia
Aunque es imposible, apenas puedo conmigo mismo
Me como hoy una langosta entera, me siento como Colin Farrell
Casi choca con la tranquera, porque nadie abrió el portón
Siempre lo hacía... ella... lo olvidé de nuevo
Luego de los conciertos me tomo la enésima foto con un fan
Me pregunta qué escucho, si conozco a este rapero, Tony Lanez
Mhm.... Ni siquiera le digo que se pronuncia Tony /Leins/
Me pide una foto y que le firme el nuevo case
Desapareció seguridad, nuevamente estoy rodeado
Ellas quieren repetir la foto, salió borrosa, mil disculpas
Quiero volver con ella, espero que se ponga los tacones
Soy el nuevo Biggie, ella sería la joven Lil´Kim
Ya no veo personas, estoy rodeado solo de lobos
Quiero vivir después de la muerte, cuando salga el nuevo Lil Peep

[BEDOES]
¡Ey! ¡Pequeña!
Sigo bebiendo para matar mis emociones,
si tatuara mis lágrimas, como Baka, lloraría hasta los tobillos
Dime, te lo ruego, cómo hacerme adulto
Ocho mujeres, una habitación, y yo aún quiero que venga una novena
¡Pequeña!
Sigo bebiendo para matar mis emociones,
si tatuara mis lágrimas, como Baka, lloraría hasta los tobillos
¡Mamá!
Dime, te lo ruego, cómo hacerme adulto
Ocho mujeres, una habitación, y yo aún quiero que venga una novena

[TACONAFIDE]
De noche en el hotel se impone el silencio
Eso los raperos no lo expondrán en sus videos
Podrías tener aquí a ocho mujeres, como Ozon
Ocho mujeres, ocho mujeres, ¿por qué sigo extrañándote solo a ti?

[BEDOES]
Tendría que tener tarjetas especiales para poder huir de los problemas
Ellas me escriben solo para poder lucirse
Quieren una noche con una estrella, quieren hacer un story de la fiesta
Si quieres una noche con una estrella, vete al observatorio astronómico
Ocho mujeres, y todas quieren alejarme de ti
Una habitación, ocho mujeres, recepción llama a seguridad
Pequeña, no te avergüences, apágalo contra el piso
Pequeña, no tengas miedo, estoy aquí, te ayudaré

[QUEBONAFIDE]
Antes que entiendas por qué de nuevo estoy solo (estoy solo)
Antes que susurres un "No soy como tú creías"
Antes que me digas que no se trata de la plata
Toma estos trescientos y elige: tina o ducha
Espero que te sea tan difícil como a mí
Esos ojos triste se pierden en un Margaret Astor
Haces lo imposible por olvidar cada instante
Porque esa sonrisa fue un producto personalizado
Suena Jimi, Jimi Hendrix, hueles a Jimmy, Jimmy Choo
Solo hoy nuestros rostros lánguidos, el mismo amor, otro carro
Tú quieres irte pero no puedes
Ellas, quieren que las tome a ambas
Ocho mujeres, ocho mujeres, dando vueltas en el camerino
Me siento como Jared Leto, Michael Douglas, Ryan Gosling
Todas miran este reloj, este collar, quieren guita
Estoy corrompido, estoy perdido, soy peor que el peor
Un pasodoble en el hotel, cariño, heme aquí bailando de nuevo, solitario

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Texto encontrado aquí y aquí.

jueves, 13 de febrero de 2020

papel




















Las estrellas
LIZARDO CRUZADO

Hoy encontré varios retazos de papel plateado
Bien prensados en un libro viejo
De mi infancia

Con ese papel plateado que envolvía
Cigarrillos y los chocolates tipo cuzco
Podían recortarse estrellas y
Cometas
Estrellas fugaces

El placer consistía en guardarlo y nunca usarlo
Nunca supe porqué



(En: Metrópolis No. 16. México D.F. 2009)
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Texto encontrado aquí.

sábado, 1 de febrero de 2020

ay


Dichos de luz y amor
SAN JUAN DE LA CRUZ

74. Mira que son muchos los llamados y pocos los escogidos (Mt. 22, 14), y que, si tú de ti no tienes cuidado, más cierta está tu perdición que tu remedio, mayormente siendo la senda que guía a la vida eterna tan estrecha (Mt. 7, 14).

75. No te alegres vanamente, pues sabes cuántos pecados has hecho y no sabes cómo está Dios contigo, sino teme con confianza.

76. Pues que en la hora de la cuenta te ha de pesar de no haber empleado este tiempo en servicio de Dios, ¿por qué no le ordenas y empleas ahora como lo querrías haber hecho cuando te estés muriendo?

77. Si quieres que en tu espíritu nazca la devoción y que crezca el amor de Dios y apetito de las cosas divinas, limpia el alma de todo apetito y asimiento y pretensión, de manera que no se te dé nada por nada. Porque, así como el enfermo, echado fuera el mal humor, luego siente el bien de la salud y le nace gana de comer, así tú convalecerás en Dios si en lo dicho te curas; y sin ello, aunque más hagas, no aprovecharás.

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Texto encontrado aquí.
Resultado de imagen de san juan de la cruz"

lunes, 27 de enero de 2020

antes de



Antes de morirme
C. TANGANA / ROSALÍA

Yo no quiero hacer lo correcto
Pa' esa mierda ya no tengo tiempo
No vas a escucharme un lamento
Pa' esa puta mierda ya no tengo tiempo
Antes de morir, quiero el cielo
El ciento por ciento
Antes de morir, quiero el cielo
El ciento por ciento, por cierto

Antes de que muera yo
Pienso follarte hasta borrar el límite entre los dos
Antes de que muera yo
Quiero jugar con mi vida hasta haberle perdío' el valor
Antes de que muera yo
Le meto a él y a quien venga detrás, no le temo al dolor
Tengo más coartá', desde hace años, pesao'
Los voy a aguantar hasta el KO

Yo no quiero hacer lo correcto
Pa' esa mierda ya no tengo tiempo
No vas a escucharme un lamento
Pa' esa puta mierda ya no tengo tiempo
Antes de morir, quiero el cielo
El ciento por ciento
Antes de morir, quiero el cielo
El ciento por ciento, por cierto

Antes de que muera yo
Antes de morirme

Vámonos de aquí para no volver
Y si volvemos, que sea solo pa' hacerlo llover
Vámonos de aquí, no quiero esperar
El cielo está en algún otro lugar
Quieren mi tiempo y no tengo más
Sin ser gitana, tengo compás
To'l día working, sin descansar
No estoy para nadie, no me puedo casar
Antes de morirme, otra piel
Antes de morirme, volver a nacer
Antes de morirme, mátame
Antes de irme, quiero mil veces
Y a tí también, y a tí también
Antes de irte, espérame
Antes de que muera yo

Antes de que muera yo
Antes de morirme

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Texto encontrado aquí.

domingo, 19 de enero de 2020

Lenguajes XXVI

Soneto XVII
GARCILASO DE LA VEGA

Pensando que el camino iba derecho,
vine a parar en tanta desventura,
que imaginar no puedo, aún con locura,
algo de que esté un rato satisfecho.

El ancho campo me parece estrecho,
la noche clara para mí es escura;
la dulce compañía, amarga y dura,
y duro campo de batalla el lecho.

Del sueño, si hay alguno, aquella parte
sola, que es imagen de la muerte,
se aviene con el alma fatigada.

En fin que como quiera estoy de arte,
que juzgo ya por hora menos fuerte,
aunque en ella me vi, la que es pasada.


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Texto encontrado aquí.

miércoles, 15 de enero de 2020

destrozados los platos


CASA ASESINADA

En un solo minuto, se acaba con la vida entera de una casa. Una casa asesinada es también una masacre colectiva, aunque no se hallen dentro sus moradores. Una fosa común de enseres con los que levantar un edificio al significado, o un poema nimio en tiempos de guerra. Una casa asesinada mutila las cosas, amputa su relación con los nombres de los sentimientos. Es trágico que la elocuencia tenga que ocuparse de la vida de las cosas. En cada objeto hay un ser que sufre... el recuerdo de unos dedos, de un olor, de una imagen. A las casas las asesinan como a sus moradores. Y asesinan la memoria de los objetos: piedra, madera, cristal, hierro, cemento, yacen despedazados como seres vivos. Algodón, seda, lino, cuadernos y libros están hechos jirones como las palabras que a sus dueños les cuesta decir. Están destrozados los platos, las cucharas, los juguetes, los discos, los grifos, los balones de gas, las manijas, la refrigeradora, la lavadora, las macetas, los tarros de aceituna, de encurtidos y de conservas, como destrozados están sus dueños.

Están pulverizados los blancos de la sal y el azúcar, las especias, la caja de fósforos, las pastillas, los anticonceptivos, los antidepresivos, las ristras de ajos, las cebollas, los tomates y las okras secas, el arroz y las lentejas, como les pasa a sus dueños. Están hechos trizas el contrato de alquiler, el libro de familia, la partida de nacimiento, la factura del agua y de la luz, los carnés de identidad, los pasaportes y las cartas de amor, como están hechos trizas los corazones de sus dueños. Las fotos, la ropa interior, las sábanas y las toallas, los zapatos, el cepillo de dientes, los peines y los pomos de crema están desparramados entre los escombros como secretos de familia a la vista de todos. Todas estas cosas son la memoria de una gente despojada de las cosas, y la memoria de unas cosas despojadas de la gente... En un solo minuto todo se acaba. Nuestras cosas mueren como nosotros. Pero no las entierran con nosotros.


Mahmud Darwish
La Huella de la Mariposa, 2013

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Poema leído en la muestra sobre la obra "Mi nombre es Rachel Corrie", basada en las cartas de Rachel Corrie, editada por Alan Rickman y Katharine Viner. Desde el 13 de enero del 2020 en el Teatro La Plaza, Lima, con la dirección de Nishme Súmar