lunes, 27 de agosto de 2012

muerte enamorada



Elegía
MIGUEL HERNÁNDEZ

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)


Yo quiero ser llorando el hortelano 
de la tierra que ocupas y estercolas, 
 compañero del alma, tan temprano. 

Alimentando lluvias, caracolas 
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas 

daré tu corazón por alimento. 
Tanto dolor se agrupa en mi costado, 
que por doler me duele hasta el aliento. 

Un manotazo duro, un golpe helado, 
un hachazo invisible y homicida, 
un empujón brutal te ha derribado. 

No hay extensión más grande que mi herida, 
lloro mi desventura y sus conjuntos 
y siento más tu muerte que mi vida. 

Ando sobre rastrojos de difuntos, 
y sin calor de nadie y sin consuelo 
voy de mi corazón a mis asuntos. 

Temprano levantó la muerte el vuelo, 
temprano madrugó la madrugada, 
temprano estás rodando por el suelo. 

No perdono a la muerte enamorada, 
no perdono a la vida desatenta, 
no perdono a la tierra ni a la nada. 

En mis manos levanto una tormenta de piedras, 
rayos y hachas estridentes 
sedienta de catástrofes y hambrienta. 

Quiero escarbar la tierra con los dientes, 
quiero apartar la tierra parte a parte 
a dentelladas secas y calientes. 

Quiero minar la tierra hasta encontrarte 
y besarte la noble calavera 
y desamordazarte y regresarte. 

Volverás a mi huerto y a mi higuera: 
por los altos andamios de las flores 
pajareará tu alma colmenera 

de angelicales ceras y labores. 
Volverás al arrullo de las rejas 
de los enamorados labradores. 

Alegrarás la sombra de mis cejas, 
y tu sangre se irán a cada lado 
disputando tu novia y las abejas. 

Tu corazón, ya terciopelo ajado, 
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado. 

A las aladas almas de las rosas 
del almendro de nata te requiero, 
que tenemos que hablar de muchas cosas, 
compañero del alma, compañero. 

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Texto encontrado aquí.
Escuchado por primera vez en la versión de Joan Manuel Serrat

domingo, 12 de agosto de 2012

ya las penas se acabaron



Canción a José María Arguedas 
{Eternamente vivirás}
ALICIA MAGUIÑA

Quisiera hundirme en la tierra
para encontrarme contigo
y cargarte a mis espaldas,
huérfano niño dormido.
Camino de la quebrada,
perfumarán las retamas,
arrullarán las torcazas
tu sueño José María.

Ya no estará la madrastra,
ya no temblarás de frío,
ya las penas se acabaron,
todas te las has sufrido.

Mamay doña Caytanaman
te espera a orillas del río,
despertarás en sus brazos
abrigado en su cariño.

El taita Felipe Maywa
hará morir a la muerte
y al pie de los maizales,
vivirás eternamente.

Ya no estará la madrastra,
ya no temblarás de frío,
ya las penas se acabaron,
todas te las has sufrido.

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Letra tomada de acá y de acá.

viernes, 10 de agosto de 2012

zanahorias

De pronto, levantó la cabeza. Me miró, con un brillo casi triunfal, y dijo, inesperadamente alegre:
-Adri, me he cortado el pelo, pero a ti nadie te lo ha cortado en mucho tiempo... Me alegro, porque me gusta así, sobre todo despeinado como ahora, porque se nota, ya sabes, lo que eres y tú y yo sabemos... Los del bosque, los que pueden esconderse detrás de una hoja... ¡Y salvaje, salvaje! ¡Como yo!... Y te quiero.
Estas dos últimas palabras las dijo, tras una pausa, con voz ronca y en tono más bajo. De una dulzura como yo jamás había oído.
Fue la primera declaración de amor que recibí. Y creo que, por lo menos, la más sincera. Aún dicho y oído a través de prosaicas zanahorias, supe que un corazón puede detenerse sin abandonar la vida: todo lo contrario, inundándose de ella. En unos segundos la vida abría todas sus ventanas, saltaba sobre las terrazas y tejados, y volaba. Volaba como la bailarina y su hijo que, en cuanto llegara la primavera, me enseñaría a hacerlo.

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Del libro que siempre quise escribir: Paraíso inhabitado de Ana María Matute, Ediciones Destino, Barcelona 2008, pp. 263-264