martes, 28 de abril de 2009

Jolanta Brach-Czaina - Świat jako tło

El mundo como fondo
El fondo es la base sobre la que algo puede surgir. No cultivada, desnuda tierra de acontecimientos. No se sabe aun cuales. Entonces en el fondo- como en el ser del humano- acecha la incertidumbre. El fondo es la materia de la que entresale la forma. Pura negatividad, pues no hay nada en el, y cualquier cosa que pudiese aparecer, por la naturaleza misma del fondo, ya no seria parte suya. Es caos, porque en el nada se diferencia, y el mero hecho de la diferenciación construye el acto de separación del fondo. Nuestro ojo, vuelto extraño, resbala sobre la superficie sin encontrar un sitio, motivo, objeto, que merezca apego. El pertenecimiento al fondo es un encarcelamiento en la informidad. Es miseria. De modo semejante el rostro carente de rasgos, o la sonrisa que se desgasto, pertenecen a la gelatina del fondo.

No es pues nada extraño que la esperanza penda sobre aquello que puede surgir del fondo. Aparece una enorme tensión entre la magma vacía -porque el fondo tiene la capacidad pérfida y confundidora de unir el espesor con el vacío- y el concreto que intenta soltarse. Dolorosa espera. Porque si tenemos derecho a esperar algo, seria solo a una particular, aislada individualidad de forma, que logre rebotar, defenderse de la presión de fondo, golpearlo con su diferencia y de ese modo vencerlo, a pesar de la plasma, que se derrama por todos lados, de la uniformidad, el unipensamiento y el general acuerdo.

¿Pero, tenemos razones para grandes esperanzas? ¿Y qué, si las formas que se arrastran desde el fondo del mundo son miserables? Al fin y al cabo, ya conocemos algo de sus formas. Ya sentimos la crueldad en la propia piel y nosotros mismos hemos pagado de ese modo a otros. Y no necesariamente a quienes tuvieron culpa, pues raras veces aquellos a quienes podemos aplastar, son aquellos que nos aplastaron. ¿Y qué, si el valor creado es un mal, y la experiencia vivida sufrimiento? ¿Es mejor esconderse en la pulpa del fondo? ¿Desaparecer en ella?

He aquí la elección ante la que nos encontramos. De un lado el fondo, que, como veíamos, en ciertas circunstancias puede incluso parecer una salvación, pero por la posibilidad de que entresalga de el la forma, es en si siempre un estado negativo. De otro lado esa forma ridícula, que también -aunque por otro motivo, pues como miseria, mal, sufrimiento- es negativa. Fondo sobre fondo, como diente por diente, sufrimiento en sufrimiento. Negatividad superpuesta. Ahora queda ya solo contar con que la potenciación de la negatividad tal vez cambie algo.

El mundo que nos rodea, el modo en que somos en el, y por fin, como somos nosotros, acaso constituyan apenas la base de la posibilidad no surgida. Desconocida. No prevista siquiera. Sin embargo, no hay que hacerse por ello demasiadas promesas, si las formas múltiples veces aparecidas con tanto esfuerzo son tan deprimentes. Tal vez no haya una gran elección: solo la pulpa del fondo o la jeta que entresale de el, torcida por una mueca de crueldad, pero también de sufrimiento.

Es uno de los rostros del infierno. Percibir el mundo como fondo, cuyos acontecimientos no merecen la atención, y si la exigen es solo por su capacidad de producir sufrimiento, amargura, consternación. Es infierno la tensa espera con falta de esperanza, y la inmersión de la propia mano en la creación, aunque sepamos que la creación esta marcada por la monstruosidad.

„¿Por qué existe algo mas bien que la nada?” ¿Por qué existe, si no parece ser digno de la existencia? Pero no es una pregunta que prometa una respuesta clara. Los metafísicos que luchaban con ella, acaso ponían demasiada atención a „algo” y „nada”, cuando la tenebrosa gracia de la cuestión se esconde en ese „mas bien”. El mundo-fondo es „mas bien” algo que nada. El todo el rato aun jadea en la pre explosión, y acaso este a ese estado condenado por todos los tiempos.

Los problemas verdaderamente molestos y que no se pueden alejar no son preguntas por las causas de la existencia o no existencia de algo. Están atadas a la necesidad de arreglárselas con la existencia propia, que merece apenas el nombre de ese „más bien”. Mas bien existimos. No es tan importante, por que. La experiencia de la existencia cae sobre nosotros, sorprende, obliga a soluciones definitivas. El tembloroso ”más bien”, en medio del que nos encontramos como mas bien formados, mas bien sufrientes, mas bien repulsivos. Fondo. Posibilidad. Negatividad. Potencialidad. Dinamismo trágico, que no termina de cumplirse.

Se trata de si vemos algún modo de reconocer el fondo negativo del mundo con nosotros en él, como aquello que se puede entender y apreciar. O si tenemos que apoyarnos eternamente en las esperanzas de la potencialidad, en la posibilidad, escondida en el fondo, de que aparezca una forma, que, al contrario que nuestros experiencias previas, pueda alguna vez satisfacernos. Se trata de si es de algún modo posible alguna toma de posición entre la desesperación y la fe en la existencia.

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Jolanta Brach-Czaina, "Szczeliny istnienia", Państwowy Instytut Wydawniczy, Warszawa 1992

Mar de Copas - Vacío



Vacío 

Cuando la luna sale
cuando el viento vuelve en forma de tu voz
cuando la noche canta
vienes hacia mí

cuando la magia llega
cuando el día deja que se ponga el sol
cuando el destino quiere hacerte vivir

que vengas hasta mí
que encuentre tu mirar
y vuelvas a vivir
mi vida sola

Que es un vacío que solo es cierto
que solo puede llenar con forma de tu cuerpo
y que un respiro se lleva el viento
que solo puede vivir con aire de tu aliento

cuando las hojas caigan
cuando pasen mil veranos por mi sien
cuando vuelva el invierno que nunca olvidé

que vengas hacia mí
y encuentre tu mirar
y vuelvas a llenar mi vida sola

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Letra tomada de aquí.

domingo, 26 de abril de 2009

Powaga ścierek

La seriedad de los trapos
JOLANTA BRACH-CZAINA

Un trapo para piso es un objeto común, domesticado por el continuo uso, muy ordinario. Es gris hasta el fondo. Eso lo une a la cotidianidad. Además, pertenece a ella no solo por su color gris, al que siempre persistentemente tiende, sino también a causa de sus funciones. Elementales como la cotidianidad. El trapo no abandona el orden existencial. Es más, yace en su mismo fondo. No en la superficie. No como un agregado efectista. Sino en la base. Pertenece a los objetos primarios, acompañantes de nuestro esfuerzo existencial que construye la cotidianidad.

Los objetos posicionados en sitios bajos, colindantes con la tierra, tal vez a causa de esa cercanía, sacan de ella la fuerza y le deben su seriedad. Por más que intentemos ningunearlos y despreciarlos, escondiéndolos con vergüenza -como al trapo- detrás del tubo del fregadero, no podemos quitarles el aura tranquila de importancia natural, de insustituibilidad inevitable.

En los trapos para piso no hay coquetería. Existen modestamente, acompañando la cotidianidad. Los movimientos monótonos de los trapos sobre el piso marcan suavemente la repetición de los sucesos. La materia que se va frotando constituye la escritura de la historia huidiza del día a día.

Cumplen también el rol particular de objetos que eliminan las consecuencias de nuestros tropiezos y errores. Los utilizamos para lavar, limpiar, quitar manchas acaecidas por nuestra culpa, descuido, apuro. Nos entregamos a ellos cabalmente, sin preguntar, ¿si realmente se puede deshacer el acontecimiento dado que no estamos en capacidad de aceptar? El trapo crea la sensación de que sí se puede. En la simplicidad de sus funciones simboliza la posibilidad de dejar limpia, al menos, toda la superficie. Incluso si no puede ir hasta más hondo, de todas formas despierta esperanzas. Pero también repulsión, pues limpiando, toma toda la suciedad sobre sí. Se llena de ella, apestoso y asqueroso.

Porque sucede, a veces, que alguien vomita. Y si queremos pensar seriamente en la gravedad de los trapos, es entonces. Entonces nos convencemos de que aquello que purifica, puede también volverse repulsivo y necesitar también de purificación. Nos topamos con procesos que carecen de un final claro. Nos damos cuenta de que no debemos oponer categóricamente los estados de limpieza y suciedad, porque se entremezclan y atraviesan mutuamente como lo negro y lo blanco en el gris de los trapos.

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Jolanta Brach-Czaina, Szczeliny istnienia, Państwowy Instytut Wydawniczy, Warszawa 1992

viernes, 24 de abril de 2009

Te estoy perdiendo - Washington Delgado

Te estoy perdiendo 
en cada voz que escuchas, 
en cada rostro que contemplas,
en cada gesto tuyo, 
en cada lugar
que recibe a tu cuerpo. 

Ser 
como la luz que te envuelve, 
por la que dejas 
un retazo de sombra. 

Ser 
como la noche 
que te obliga 
a un pensamiento, 
a un deseo, a un sueño. 

Ser 
una materia leve, 
una corriente extensa 
que te persiga siempre. 

No ser 
esto que soy 
y que te está perdiendo. 

(De Formas de la ausencia)

lunes, 6 de abril de 2009

Frases I

Recién a una edad muy avanzada Kant pudo notar los lados oscuros de la existencia y dio cuenta del "fracaso de cualquier teodicea racional"... Otros tuvieron más suerte: lo entendieron antes de empezar a filosofar.
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La filosofía hindú tiende a la liberación; la griega, exceptuando a Pirrón, Epicuro y algunos otros difíciles de clasificar, decepciona: busca solo... la verdad.
*
No se vive en el país, se vive en el idioma. La patria es eso, no otra cosa.
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El hecho de que la vida no tenga ningún sentido, es el único motivo por el que vale la pena vivirla, el único que queda.
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He conocido a escritores limitados, incluso tontos. En cambio los traductores con que me topé, resultaban ser más inteligentes e interesantes que los autores a los que traducían. Esto sucede porque más reflexión exige la acción de traducir que la de "crear".

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E. Cioran "Wyznania i anatemy", Zielona Sowa, Kraków 2006

Kinga Dunin - Zadyma cz. 2

El primer -acaso- texto que escribí en la vida se refería a Marzo del 68*. Era el año 1978, décimo aniversario de aquellos acontecimientos, y alguna revista clandestina decidió hacer entre las juventudes del KOR* una encuesta sobre nuestra relación con este mes. No recuerdo ya que escribí allí. Estoy, no obstante, segura, de que era un texto generalmente justo. Algo sobre al democracia, la libertad, la valentía; que nosotros de ustedes, comandantes, y ustedes- la sal de la tierra. Que sin marzo no habría KOR ni esperanza para vencer al reptil del comunismo –algún día, en un futuro inimaginablemente lejano... Entonces tenia aun pocos recuerdos -esa edad- solo opiniones justas. Tampoco tenia valentía como para admitir en mi la envidia. En mi ciudad el ambiente de oposición democrática era débil- tres poetas, algunas personas relacionadas alguna vez con el Movimiento de los hermanos Czuma, y de paso algunas leyendas sobre soltar información durante el interrogatorio, un inspirado miembro del KOR, un puñado de estudiantes. Con seguridad no eramos comandantes* y con seguridad no así, como yo los imaginaba. Y, por supuesto, soñaba con un grupo fuerte, una gran acción, una huelga, una demostración –UN ACONTECIMIENTO!

Recibí Marzo en la forma de un petrificado y heroico mito, que servia a la lucha con la comuna-cada movimiento necesita sus héroes y sus leyendas. Pero esos héroes vivían aun-ocupaban los puestos más elevados en el orden picoteador de la oposición, formaban el grupo de referencia. Eran autoridades a su modo, en el que ya no lo eran para nosotros (para mi?) las personas de las generación mayor a ellos. (Tal vez con la excepción de sus maestros, por ejemplo Kolakowski*). A veces oía que luchaban por la “Polonia libre”, y a veces, que se trataba solamente de devolver a las tablas un espectáculo teatral y de recibir de nuevo en la universidad a dos estudiantes. Los compañeros de derecha susurraban: ellos solo querían reformar el socialismo. Y yo en el fondo del corazón sentía que se trataba del acontecimiento, del movimiento, de que al fin suceda algo que sea detonante de acontecimientos siguientes. Su elemento no era la filosofía ni la cuestión nacional. Lo era la política, practicada así, como se la podía practicar entonces. Encontrar un pretexto, mover a la gente- y que por fin pase algo, que algo se revuelva, y tal vez aparezcan condiciones para practicar política de verdad.

Así lo sentía en 1978 pero recién hoy encuentro palabras para expresarlo. Ahora puedo también- esa edad- regresar en la memoria al anho 1968.

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...continuará...
Las dudas que hubiese intentare aclararlas en los comentarios...
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