viernes, 15 de diciembre de 2023

[querrás el cantaro bien llenar]

In Sha Allah
ADAMO

A oriente fui y vi lucir
                        la luna como pabellón.
Quise soñar, versificar
                        cantando al mundo la razón.
Mas cuando vi Jerusalén
                        cual amapola en la aridez,
Yo pude oír un réquiem
                        cuando al hablarle me asomé.
Por más que tú rezando vas,
                        capilla humilde por la paz,
No puedes ver que dice allí: 
                        ¡peligro! ¡la frontera es!
Y va a la fuente aquel camino,
                        querrás el cántaro bien llenar,
Detente, María Magdalena,
                        porque tu cuerpo no vale el agua.
In Sha Allah, In Sha Allah,
                        Dios lo quiere. In Sha Allah.


El olivar no sombreó
                        y ya la esposa no vendrá,
Pues bajo escombros se durmió
                        y presa en tierra extraña está.
Rondando va a una flor
                        en la alambrada un ruiseñor.
Fuera de sí la gente está
                        y a todos quieren repudiar.
Escúchame, Dios de los cielos,
                        tú que gobiernas todo el mundo,
En Israel, sagrado suelo,
                        hay niños sin saber reír.
In Sha Allah, In Sha Allah,
                        Dios lo quiere. In Sha Allah.

Lo que ahí se ensangrentó
                        mañana ya se lavará.
La calle se hace con valor
                        y el cuerpo adoquín será.
Mas yo vi Jerusalén
                        cual amapola en la aridez
Y siempre oigo un réquiem
                        cuando al hablarle me asomo.
Réquiem por seis millones de almas
                        que no tienen mausoleo de mármol
Y que a pesar de la guerra infame
                        han hecho crecer seis millones de árboles.
In Sha Allah, In Sha Allah,
                        Dios lo quiere. In Sha Allah.




jueves, 7 de diciembre de 2023

[ni estudiar en la madrugada]

Los perros románticos
ROBERTO BOLAÑO

En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.

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Texto leído por primera vez en la Revista Aullido.