viernes, 26 de febrero de 2010

Kinga Dunin, Zadyma - cz. 4

Tras diez anos me quedo la fascinación por los Otros, el desgano hacia la comuna y muchas cuestiones no resueltas referentes a la importancia de la pertenencia nacional. Intente entonces escribir un texto que no termino hasta ahora. Empezaba mas o menos así: “Soy polaca del mismo modo que soy mujer. No lo escogí, pero no lo rechazo. No afirmo que ello no me defina. Sin embargo, si pudiera elegir, habría nacido en Suecia como varón –lamentablemente, sucedió. Soy capaz de aceptarlo, puedo estudiar las consecuencias de este hecho, pero nada valioso resulta de ello para mi”. En alguna conversación de borrachos Antek Macierewicz me decía: „Tu eres polaca, y yo soy polaco“. Le preguntaba: „Y que hay con eso?”. Mientras el, si mal no recuerdo, contesto: “Amo ser polaco”. Esa era la cuestión: yo no amaba ser polaca. Pero era la poloneidad la que se colocaba como opuesta al comunismo. Se supone que en círculos como el KOR*, con mas ganas se decía “sociedad” que “nación”, pero el arma era la historia. Por supuesto la historia nacional, de la que nos ocupábamos mas por oposición a la comuna que por una real necesidad de saber. Katyn, Vilnus, Lviv... La oprimida nación polaca, la plaga roja... Aunque había una segunda narración: la lucha con el totalitarismo por la democracia y los derechos humanos, o sea por algo mas universal que la nación. Lo uno con lo otro se armaba en una totalidad de algún modo armonioso, mientras no se llegaba la confrontación, a la pregunta: cual es mas importante. Lo entendí durante el encuentro con Jacek Kuron, a quien alguien acuso de intentar finlandizar Polonia. ¿Cómo se puede soñar con Finlandia, si no es un país totalmente soberano? Y entonces se me ocurrió la respuesta: totalmente soberana es la URSS. Y siendo así, prefiero a la no soberana pero democrática Finlandia.

Todo eso debí haberlo escrito en la encuesta que mencione antes. Pero no – me mantenía como en una magma, en alguna otra obviedad, esta vez llamada contestación. Ya distinta, tranformada por Marzo y por unirme a la oposición, rebelada contra los hedores de RPP (República Popular de Polonia), pero aun con niebla en la cabeza. Y con algunas máximas sencillas: comunismo malo, democracia buena; xenofobia mala, nación polaca buena. Y entonces "La Iglesia, la izquierda, un dialogo" de Adam Michnik*. Un libro que lei con la sensación de que se adapta perfectamente a mis expectativas. La inteligencia lucida- en nombre de valores obvios- mano a mano da el ejemplo junto a la buena Iglesia. El dialogo no constituía problema, porque no sentía aquí ninguna contradicción. Estaba orientada amigablemente hacia la Iglesia, aunque no me interesaba particularmente, ademas hace algún tiempo que ya no iba ahí. Mi familia no era de la “izquierda laica” sino inteligencia polaca que se volvía laica. El libro de Michnik correspondía a mis reacciones naturales, y con seguridad no solamente a los mías. Recién mas tarde entendí que Michnik la escribió partiendo de experiencias diametralmente distintas. Que el catolicismo no era para el un componente natural de la identidad, que la palabra izquierda tenia para el otro sentido que para mi. Entonces su visión me pareció atrayente. Hoy considero que dificulto la formación de una identidad anticomunista de izquierda. No facilitaba el movimiento del pensar, solo proporcionaba un lenguaje para expresar aquello que de todas formas se sabia y se sentía. Era kitsch- es decir un genial libro político.

Esperaba nuestro acontecimiento. El asunto de Pyjas* pudo haber sido su antecedente. Intentábamos en mi ciudad formar un CES (Comité Estudiantil de Solidaridad) e incluso puede que lo hayamos fundado, pero como que no nos iba. Pedimos una misa por Pyjas. En la Iglesia eramos menos que los agentes de seguridad. Entre ellos Piotrek Amsterdamski y yo- definitivamente poco adecuados en ese sitio. No podía imaginar a mis compañeros de sociología en alguna asamblea. No podía imaginar ninguna fuerza capaz de llevarlos a esa asamblea. Quedaba planificar en secreto y conspirar. Un poco grotesco. Escribir en hojas, para evitar los chuponeos. Actuar por actuar, por la compañía. Momentos de excitación agradable, cuando no se pensaba en los fines, tales como la libertad o la democracia, solo se caia en el torbellino de transportar rollos de papel u organizar locales. Los encuentros de la Universidad Voladora*, donde no era importante el tema de discusión, sino si entraran o no –los agentes de seguridad.

Había también otra vida. Libros de moda, que por supuesto no eran polacos. Cortazar, Garcia Marquez. Copiado en mimeógrafo, Cocteau sobre las drogas. Aunque nosotros conocíamos solo la hierba –Witek Sulkowski, uno de los ya mencionados tres poetas, alguna vez en el Movimiento, recibió el premio vecinal al balcón mas bonito, cuando los arbustos crecieron bien. Los teatros estudiantiles, donde sujetos vestidos de negro se arrastraban en la oscuridad, gimiendo, y luego caminaban con velitas. Lutek Dorn desnudándose durante un espectáculo de teatro japones vanguardista. La fascinación con la India, con el budismo. Al fin y al cabo una de mis rutas a los círculos de oposición fue Zdzislaw Jaskula (tambien uno de los tres poetas), a quien conocí en un encuentro con algún guru hindú. Una multitud salvaje embistiendo el teatro para entrar a un espectáculo de Kantor. EL rock. Los altillos en los que se apretujaban telas no expuestas en parte alguna. Los baños en los que se secaban negativos con fotografías vanguardistas, no apreciadas.

La expresión. La imitación del mundo y una autentica necesidad de hacer lo que fuera. Una contracultura extraña, que no formulaba ningún programa mas amplio, que huía de los lemas, que escogía a veces el lenguaje del esoterismo. Pero aquellos que más sobresalían de la gris realidad comunista no constituían una oposición auto consciente frente a la sociedad. Habían huido de ella, pero no eran sus enemigos. Aunque eso es lo que debería ser la contracultura. A cambio de un margen de libertad renunciaron a cualquier radicalismo. Eran una contracultura sin reflexión, que actuaba al nivel de la vida misma, signo de los cambios, del agotamiento de los cánones, del palidecimiento de los estandartes nacionales, de la liberalización de las costumbres, de nuevos modos de construir la identidad. Eran de Woodstock, y no del Mayo parisiense, a las marchas preferían los conciertos. Muchas veces se trataba aquí ante todo de estilo de vida. Porque la “oposicioneidad” era cierto estilo de vida. Sin embargo cada quien se emancipaba por cuenta propia, sin ponerse a pensar en el significado de ello para la sociedad entera. Los círculos de la contracultura se cubrían hasta cierto punto con los de la oposición antisistema, pero nadie escribió el libro “La oposición, la contracultura, un diálogo”. En realidad no había voluntad de dialogo.


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...continuará...
*Las dudas que hubiese intentare aclararlas en los comentarios...
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viernes, 19 de febrero de 2010

Nocturno

Nocturno
RAFAEL ALBERTI

Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre

se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,
las palabras entonces no sirven: son palabras.

Balas. Balas.


Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,

humaredas perdidas, neblinas estampadas.
¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!

Balas. Balas.


Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,

lo desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible, y calla.

Balas. Balas.


Siento esta noche heridas de muerte las palabras.

miércoles, 17 de febrero de 2010

respiro

A media voz
BLANCA VARELA

la lentitud es belleza
copio estas líneas ajenas
respiro
acepto la luz
bajo el aire ralo de noviembre
bajo la hierba
sin color
bajo el cielo cascado
y gris
acepto el duelo y la fiesta
no he llegado
no llegaré jamás
en el centro de todo
está el poema intacto
sol ineludible
noche sin volver la cabeza
merodeo su luz
su sombra animal
de palabras
husmeo su esplendor
su huella
sus restos
todo para decir
que alguna vez
estuve atenta
desarmada

sola casi
en la muerte
casi en el fuego

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Texto tomado de aquí.

martes, 9 de febrero de 2010

Kinga Dunin - Zadyma, cz. 3

Estoy terminando la primaria, no soy tan niña como para no darme cuenta de que algo esta sucediendo.

Si, ya entonces lo sentia- la excitacion a causa del acontecimiento. Conoci la palabra “censura”. La Historia temblo, y yo por vez primera experimente su existencia

Importantes eran los judíos. Tan importantes, que diez años después se me podía encontrar en una discusión muy tormentosa con Janek Ajzner, en Murowaniec, en la Hala Gasienicowa. (Janek y Boska Blajfer lograron entregarle a Kurt Waldheim en el patio de la universidad una petición sobre las violaciones de derechos humanos en Polonia. Eso era algo!). Nos saltábamos a los ojos y al final de la discusión gritábamos de modo tal que todo el refugio se nos quedo mirando. Janek me acusó de un asqueroso, en su sentir, filosemitismo. Que yo me sienta atraída por su judaísmo, quitándole con eso humanidad y eso en realidad era una nueva forma de anti-semitisimo. Durante el estado de guerra emigro a Canadá. A la pregunta del funcionario de migraciones sobre su nacionalidad, contesto: Polish-jewish or jewish-polish, up to you. Le pusieron en los papeles jewish y quedo así.

Antes de Marzo* los judíos no existían. No existían de verdad. Eran de modo natural, como todo lo que habia alrededor. Vivían en la calle vecina, se llamaban Ambraham y comerciaban con zapatos de fieltro. Iban conmigo a la escuela, pero faltaban a clase los sábados. Una vez escuche a la madre de mi compañera de aula gritarle a Rafaelito que crucifico a Cristo. Me pareció absurdo, y a la vez evidente- como todo lo que hacían los adultos. Oía a mi abuela decir sobre alguien: “es un judíito”. E incluso conocía su ya famosa historia sobre los cadáveres judíos. Como es que luchaba con otros estudiantes polacos en Vilnus para que en las clases de anatomía los cadáveres judíos sean representados de acuerdo a la formula numerus clausus, y no protegidos de su lancete por las reglas de alguna religión inentendible. El Holocausto era, mientras tanto, parte de la martirología de la nación polaca- así enseñaban en la escuela. Sin embargo, antes de Marzo, el antisemitismo tampoco existía de verdad. No existía la nación. No existía el comunismo. Existía Polonia- algo sospechosa, criticada por motivos que no entendía cabalmente, pero evidente, al igual que todo.

Y fueron justamente los acontecimientos de Marzo los que me sacaron de todas esas evidencias. Los judíos se volvieron Otros muy definidos. Interesantes, atrayentes, pues con su Otredad desgarraron la fantasmal unidad de lo polaco. Ademas aparecieron como victimas de las purgas, como amigos de los que se despedían mis padres. Existieron, cuando de pronto, todavía antes de fin de año, desaparecieron de los pasadizos escolares.

Se volvieron sujetos políticos, haciéndome consciente de que los sujetos de la política son las naciones- y que eso no es para nada chevere. La señora Alina, madre de mi mas querida amiga, bella repatriada de Wolyn, dijo: “Que partan, siempre nos han traicionado. Y nosotros, a donde hemos de irnos?” Con dificultad interpretaba ese texto, en apariencia justo, pero que despertaba en mi un reflejo de rebeldía. Que pasa? Por que irse es una traición? Es que Polonia es para todos nosotros la misma cárcel, pero ellos están mejor porque pueden abandonarla? Deberían con humildad soportar la campaña antisemita para dar una muestra de lealtad hacia la nación polaca? Como es que los judíos, que parecían ser las victimas, para alguien pueden ser traidores que aprovechan la ocasión? Por que con tanta facilidad se convierten de victimas en culpables?

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...continuará...
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