sábado, 30 de marzo de 2024

{de la pared de este lado}

[al fondo en el cuarto]
MARÍA SALGADO

al fondo en el cuarto de los hombres condensa un sudor tan duro que me
punza la garganta como al oír tus ojos bandidos robaron lo que me
vibra es la piel Desconocido amenazante llega hasta aquí directo si bien no
sé si sea posible acordarse de un olor literalmente La espera de respuesta La de
una estación de tren un tiempo de medida tampoco verosímil tan poco
registrable Dorado: sinestesia De la pared del otro lado el murmullo de los
padres y los tíos conspira contra los hijos que fingen dormir Cuando descifras el
secreto cuando recibes la respuesta cuando esa persona se aproxima y con ella
te desnudas la presencia cobra forma para en seguida ir hacia un lugar
inextraíble hasta que en otro cuerpo en otro cuarto de pronto de nuevo
brevemente se extrae De la pared de este lado esta noche hemos bailado
y nos hemos en el suelo acostado y han pasado diez años y al abrir la
puerta del fondo descubro dos literas deshechas por tres torsos
que ebrios y desnudos ya no están

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Texto encontrado aquí.



viernes, 22 de marzo de 2024

[subrayemos lo perdido]

Controle su peso
ANTONIO CHUMBILE

Mi padre
fue y cargó
7999 toneladas de piedra, ladrillo y fuego:
7996 casas ajenas,
2 malas hierbas,
media vida
y contando…

Mi padre alzó 7900 toneladas de esta ciudad
junto a decenas más de miedo, frío, cemento y varios “luego”.
Su voz fue el primer muerto.
Mi padre, a la fuerza, se equivocaba de sueños.
Mi madre no tenía sueños equivocados;
simplemente lo soñaba todo,
pero ése ya es otro universo.

Estos versos, como el resto, son restos
de memoria hecha cuerpo
cuerpo cuerdo bajo toneladas de vacíos que bailan bajo toneladas de realidad.
Quién sabe si más arriba no hay toneladas de algo más universal?
Una chacra, por ejemplo.

Pero esta sorda poesía no me responde:
¿Pasará el tiempo igual de sádico
sobre los seres que son y cargan 5 toneladas ajenas de realidad
para llevar algunos gramos de vida a casa?
¿Cuál casa? Su balanza muda, tuerta
se tambalea por 500 sueños.
Este universo, todavía,
es un niño
ciego.

Mi padre
cargó a mamá de joven,
a sus hijos por la tarde,
la amante los sábados (?)
y su cadáver los domingos.
Papá quería cargar los 5 y 7 años de sus hijos
pero le echaron encima los 500 kilos de pared del ingeniero.

Papá cargó y ha sido
9,999 mil 999 toneladas de iones en la materia en el recuerdo.
Ahora este poema se estira para pesar alguito más,
para no volcarse en bolsa vacía,
de esas que mamá colecciona por si las moscas,
la bolsa de las bolsas.

Pero, vamos, subrayemos lo perdido:
restemos a las 2400 veces que papá deseó un abrazo,
las dos veces que lo recibió:
una de niño, otra de borracho.
Agreguemos esas 6 millones de horas extras
sosteniendo el imperio para que no cayera sobre sus hijos
o no se hunda, al menos, sobre sus dedos.
Agreguemos salud y perlaschayay.

Pongamos encima, ya hecho,
las 3 veces que tuvo un hijo,
las mil veces que los amó
y las mil veces que no lo dijo,
porque también llevaba toneladas de palabras atoradas en la garganta,
palabras que no eran suyas porque las suyas estaban más al fondo,
en la boca del estómago,
sin poder y sin poder salir
por culpa de la ley,
    culpa de los hijos que no dieron el tiempo,
de la mujer que no le dio el espacio,
del mundo que no dio los días,
del universo que no se dio un par vueltas por la realidad.
¿Cuál realidad?

Sorda Poesía, cállate y dime: el ingeniero vive? lleva toneladas de insomnio
y culpa? O el dinero es más rápido que dios?

Papá: tranquilo.
Ya todo va a caer
y para nosotros será más rápido:
cada tonelada es menos tiempo, menos sed.
Pasaremos por la realidad como una aguja.
No te preocupes: vayamos arriba o abajo
el peso y el exceso de materia alzada,
eso que nos debe el universo,
lo recibiremos en alma
por existir
por existir tanto
por resistir… 
¿no?

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Texto encontrado aquí.







sábado, 16 de marzo de 2024

[una flor]

A veces
NICOLÁS GUILLÉN

A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: La amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!

A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.

A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir,
bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor
rompiéndome el pecho,
una flor, y decir:
Esta flor, para usted.


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Texto encontrado aquí.




viernes, 8 de marzo de 2024

[un decidido corte y un color definido]

Dos modos
CIRCE MAIA

– I –

Nos llaman. Llaman de todos lados
voces, tareas.
Desde los patios, calles, ventanas
se alzan las voces
agitadas, dispersas.

Tela, tela del día.
Antes eras un lienzo de color indeciso.
(Decíamos: qué haremos
qué haremos de esta noche
esta luz, este tiempo?)

Ahora tienes siempre
un decidido corte y un color definido
Eres como un vestido
para usarte y gastarte.

Tela, tela del día,
luz hilvanada en fuertes
trabajosas puntadas
cuando por fin de noche
se sueltan tus costuras
flotas ante los ojos
-ya por dentro del sueño-
flotas, te sueltas, caes.

– II –

Y sin embargo pueden
los pilares del día
armarse, sostenerse
como un solo dibujo
de entrecruzadas líneas.

Pueden haber mañanas
de blanca luz sin prisa
en que los ruidos claros
del agua y de la loza
bajan hacia el callado
centro del mediodía.

Movimiento de pasos
una pregunta, un gesto
se envuelven, sostenidos
por hilos de luz viva.


Del libro Presencia diaria, 1964
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Poema encontrado aquí.



sábado, 2 de marzo de 2024

[ya ni te atreves a comerte un durazno]

Conversación con Simone Weil
BLANCA VARELA

—los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
—el hombre es un extraño animal.

En la mayor parte del mundo
la mitad de los niños se van a la cama
    hambrientos.

¿Renuncia el ángel a sus plumas, al iris,
a la gravedad y la gracia?

¿Se acabo para nosotros la esperanza de
    ser mejores ahora?

La vida es de otros.
Ilusiones y yerros.
La palabra fatigada.
Ya ni te atreves a comerte un durazno.

Para algo cerré la puerta,
di la espalda
y entre la rabia y el sueño olvidé muchas
    cosas.

La mitad de los niños se van a la cama
    hambrientos.

—los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
—el hombre es un extraño animal.

Los sabios, en quienes depositamos nuestra
    confianza,
nos traicionan.

—los niños se van a la cama hambrientos.
—los viejos se van a la muerte hambrientos.

El verbo no alimenta. Las cifras no sacian.

Me acuerdo. ¿Me acuerdo?
Me acuerdo mal, reconozco a tientas. Me equivoco.
Viene una niña de lejos. Doy la espalda.
Me olvido de la razón y el tiempo.

Y todo debe ser mentira
porque no estoy en el sitio de mi alma.
No me quejo de la buena manera.
La poesía me harta.
Cierro la puerta.
Orino tristemente sobre el mezquino fuego de
    la gracia.

—los niños se van a la cama hambrientos.
—los viejos se van a la muerte hambrientos.

El verbo no alimenta.
Las cifras no sacian.

—el hombre es un extraño animal.