sábado, 26 de noviembre de 2022

viento

Yo no quiero morir como Martín Adán
TULIO MORA

SÚPLICA AL VIENTO.
Ucayali, escúchame,
te he pedido un lugar para vivir en paz,
que me sea concedida esa gracia
si no deseas que muera de shingurado
en este campo de concentración,
si no deseas que enloquezca
podrido como los edificios, como el mar.
Escúchame, por favor, Padre Ucayali,
yo no quiero morir como Martín Adán,
yo no quiero vivir como Wáshington Delgado;
quiero ver crecer a mis hijos entre los itaúbas,
hablando el mismo idioma de los pihuichos
cantando como el bon sapo campanero.
Escúchame, por favor, padre Ucayali
y Maruja feliz te besará en los ojos
y yo escribiré tu nombre más alto que los águanos
oh Padre, Gran Río, anciano de ojos hermosos.

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Texto encontrado aquí.



lunes, 7 de noviembre de 2022

y poco después humo

Fue sueño ayer
FRANCISCO DE QUEVEDO

Fue sueño ayer, mañana será tierra.
¡Poco antes nada, y poco después humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!

Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa, soy peligro sumo,
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

Ya no es ayer, mañana no ha llegado;
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.

Azadas son la hora y el momento
que a jornal de mi pena y mi cuidado
cavan en mi vivir mi monumento.

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Texto encontrado aquí.


sábado, 22 de octubre de 2022

hambre voraz

XXVIII
CAROLINA O. FERNÁNDEZ

Sobrevivo en la profundidad de las rocas
En la ciudad de la hecatombe
ya no recuerdo mi infancia
cocinaba poemas que ardían
en las ollas de barro del fogón

A medianoche
las estrellas encandilaban el camino serpenteado de eucaliptos
Me tomabas en brazos
y bajo el alumbrar de los glaciares incendiábamos la bruma

La iglesia era una enorme corona de oro en llamas
y volamos junto a las palomas y sus doce campanadas

Yo era una aprendiz de poeta
aprendiz de paloma
El candelabro encendió mis huesos
hasta encenizar mis plumas
y así aprendí el fundamento
de la página en blanco

Hambre voraz
decía mi madre en su propia lengua

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Texto encontrado aquí.




sábado, 15 de octubre de 2022

una tarde más bien fría

He tocado Madrid
PEDRO GRANADOS


A Rafael Soto Vergés, i. m.

I

He tocado Madrid
Un adoquín de granito áspero
A la altura de mi cabeza
Una tarde más bien fría
Tranquila y contemplativa
Tocaba leve y afirmativamente
Eso sí
Con el índice y el cordial
De mejillas sensibles y ojos entre cerrados
¿Por qué lo hice?
¿Estaba feliz estaba triste?
Dedos contra un agua propicia
Como quien se adentra en sí mismo
Áspera gris fría íntima
Escueta ventana
La de las piedras que duermen
Hacia las piedras que nunca descansan
Torsos macizos y atentos
Y no menos discursivos

II


Un hombre pasa y toca
La piedra desmenuza y cuela
Ambos son dúctiles
Pero mucho más la piedra
El hombre escribe en Lima
Junto a su perro, Mique
Y frente a algunos libros
No anda solo
A menudo van con él
Una mujer
Y algunos de entre sus muertos
Tiene curiosidad
Todavía
Y el cuerpo en resumen sano
Pero sin poner el poema ni la piedra
A un lado
Ni las yemas ni el tacto
Ni sus oídos ni sus ojos
Ni sus mejillas
Ni el calor ni el aire ni el aliento mismo
A un lado



Pedro Granados, La mirada (Buenos Aires: BAP, 2020) pp. 31-32.
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Texto encontrado aquí.



sábado, 8 de octubre de 2022

Noche negra

Balada interior
FEDERICO GARCÍA LORCA


16 de julio de 1920
Vega de Zujaira

A Gabriel 

El corazón
que tenía en la escuela
donde estuvo pintada
la cartilla primera,
¿está en ti,
noche negra?

(Frío, frío,
como el agua
del río.)

El primer beso
que supo a beso y fue
para mis labios niños
como la lluvia fresca,
¿está en ti,
noche negra?

(Frío, frío
como el agua
del río.)

Mi primer verso,
la niña de las trenzas
que miraba de frente,
¿está en ti,
noche negra?

(Frío, frío,
como el agua
del río,)

Pero mi corazón
roído de culebras,
el que estuvo colgado
del árbol de la ciencia,
¿está en ti,
noche negra?

(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)

Mi amor errante,
castillo sin firmeza
de sombras enmohecidas,
¿está en ti,
noche negra?

(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)

¡Oh, gran dolor!
Admites en tu cueva
nada más que la sombra.
¿Es cierto,
noche negra?

(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)

¡Oh corazón perdido!
¡Requiem aeternam!


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Texto encontrado en: García Lorca, F. (2008) Federico García Lorca. Madrid: El País, Colección de Poesía


sábado, 1 de octubre de 2022

Un poema mío

elección del formato
ALHELÍ MÁLAGA

quisiera
algún día
conocer sus nombres.

qué papel y qué fuente.
cómo quedarán la z y la t.
serifa, kerning.
cuánta luz en las páginas.

el papel ahuesado
se ensucia mucho.
sangre, sopa, sudor.
eso sí: queda bien
con las hojas verdes.

el offset, a su vez,
al brillar, desnuda.
pero ¡aquí no hay
certidumbre!, ¡no hay
ninguna ciencia!

(que tu formato sea humilde
pero digno, que rinda honor
a las horas muertas, a los
chispazos de entendimiento,
a todos los veranos tallando,
olvidando,
reescribiendo,

pero que no mienta.
pues esta comprensión
no es de enciclopedia,
es de un cuerpo
con coordenadas
de trazo y de tiempo.)

mejor ‒ mándeme muestras.


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Este poema fue publicado por primera vez en la Revista Kametsa.


jueves, 15 de septiembre de 2022

[vencido por el desierto]

Cuarto creciente
MIGUEL GIL CASTRO

Y yo que nací de la costra
de una virgen, rota en las orillas,

con la espuma de mi sal acaricio
tus criaturas nocturnas. Llamándote:

ven aquí, ven aquí.

Vencido por el desierto, esta noche
—una vez más— detendré
                                            su tibieza.



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Texto incluido en el conjunto "Paradero desierto. Vol. I" disponible aquí.

miércoles, 31 de agosto de 2022

Un poema de Martin Carter


ESTOS SON LOS TIEMPOS FUNESTOS, MI AMOR  
MARTIN CARTER

Estos son los tiempos funestos, mi amor.
Por toda la tierra avanzan a rastras escarabajos morenos.
El brillo del sol está escondido en el cielo.
Las flores rojas inclinan su cabeza en terrible pesar.

Estos son los tiempos funestos, mi amor.
Es la temporada de opresión, metal oscuro y lágrimas.
Es el festival de pistolas, el carnaval de miseria.
Por todas partes las caras de los hombres se ven tensas y ansiosas.

¿Quién viene caminando en la oscuridad de la noche?
¿Las botas de quién marchan pesadamente sobre la hierba tierna?
Es el hombre de la muerte, mi amor, el invasor extranjero
mirándote dormir y apuntando a tu sueño.

Traducción de Keith Ellis

En: Poetas del Caribe inglés: Antología. Volumen II / Caribbean Poets Writing In English: An Anthology. Volume II
Selección, introducción, traducción y notas de Keith Ellis
Caracas: Fundación Editorial El perro y la rana, 2008, pp. 542-543

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Texto compartido por el Centro Cultural Trilce.

lunes, 15 de agosto de 2022

Un poema de Jorge Díaz Untiveros




He regresado
JORGE DÍAZ UNTIVEROS

(Ernesto regresa a Pucará, 1925)

He regresado a verte, Torcaza mamita,
pasando por ciudades extrañas

He visto rostros poblar el vientre del mundo,
hombres, ecuación al hombro,
soñar
salvo cuando dormían

He visto pájaros
en cuyos picos de plomo
yacían trenzados el sol
y los gusanos

Colgado junto a la ropa lavada,
el cielo puro

Más allá, siempre más adelante de uno,
iba tu recuerdo

Torcaza mamita,
reflorecías a cada instante

Nunca te olvidé

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Texto encontrado aquí.

viernes, 29 de julio de 2022

Lenguajes XXXII







El Mar
JORGE LUIS BORGES

Antes que el sueño (o el terror) tejiera
mitologías y cosmogonías,
antes que el tiempo se acuñara en días,
el mar, el siempre mar, ya estaba y era.

¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
y antiguo ser que roe los pilares
de la tierra y es uno y muchos mares
y abismo y resplandor y azar y viento?

Quien lo mira lo ve por vez primera,
siempre. Con el asombro que las cosas
elementales dejan, las hermosas

tardes, la luna, el fuego de una hoguera.
¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
ulterior que sucede a la agonía.

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Texto encontrado aquí.

viernes, 15 de julio de 2022

Un poema de César Vallejo

La cena miserable
CÉSAR VALLEJO

Hasta cuándo estaremos esperando lo que
no se nos debe... Y en qué recodo estiraremos
nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo
la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.
Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones
por haber padecido!...
Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un niño
que a media noche, llora de hambre, desvelado...
Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todos!
Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde
yo nunca dije que me trajeran.
De codos
todo bañado en llanto, repito cabizbajo
y vencido: hasta cuándo la cena durará.
Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,
y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara
de amarga esencia humana, la tumba...
Y menos sabe
ese oscuro hasta cuándo la cena durará!

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Texto encontrado aquí.

jueves, 30 de junio de 2022

Un poema de Blanca Varela




Puerto Supe
BLANCA VARELA


A J.B.

Está mi infancia en esta costa,
bajo el cielo tan alto,
cielo como ninguno, cielo, sombra veloz,
nubes de espanto, oscuro torbellino de alas,
azules casas en el horizonte.
Junto a la gran morada sin ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.


¡Oh, mar de todos los días,
mar montaña,
boca lluviosa de la costa fría!


Allí destruyo con brillantes piedras
la casa de mis padres,
allí destruyo la jaula de las aves pequeñas,
destapo las botellas y un humo negro escapa
y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.


Están mis horas junto al río seco,
entre el polvo y sus hojas palpitantes,
en los ojos ardientes de esta tierra
adonde lanza el mar su blanco dardo.
Una sola estación, un mismo tiempo
de chorreantes dedos y aliento de pescado.
Toda una larga noche entre la arena.


Amo la costa, ese espejo muerto
en donde el aire gira como loco,
esa ola de fuego que arrasa corredores,
círculos de sombra y cristales perfectos.


Aquí en la costa escalo un negro pozo,
voy de la noche hacia la noche honda,
voy hacia el viento que recorre ciego
pupilas luminosas y vacías,
o habito el interior de un fruto muerto,
esa asfixiante seda, ese pesado espacio
poblado de agua y pálidas corolas.
En esta costa soy el que despierta
entre el follaje de alas pardas,
el que ocupa esa rama vacía,
el que no quiere ver la noche.


Aquí en la costa tengo raíces,
manos imperfectas,
un lecho ardiente en donde lloro a solas.

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Texto encontrado aquí.

miércoles, 15 de junio de 2022

Bez




Sin
TADEUSZ RÓŻEWICZ

el mayor acontecimiento
en la vida de uno
es el nacimiento y muerte
de Dios

padre Padre nuestro
por qué
como un mal padre
de noche

sin señales sin huella
sin palabra

por qué me abandonaste
por qué yo Te abandoné

la vida sin dios es posible
la vida sin dios es imposible

si en la infancia me alimentaba
de Ti
comía el cuerpo
bebía la sangre

me abandonaste tal vez
cuando intenaba abrir
los brazos
abarcar la vida

sin pensarlo
abrí los brazos
y Te dejé ir

o tal vez escapaste
al no poder oír
mi risa

Tú nunca ríes

o tal vez me hayas castigado
pequeño y oscuro
por mi obstinación
soberbia
por
intentar crear
a un hombre nuevo
lengua nueva

me abandonaste sin murmullo
de alas sin relámpagos
como ratón de campo
como agua al absorberse en la arena
ocupado distraído
no percibí tu huida
tu ausencia
en mi vida

vivir sin dios es posible
vivir sin dios es imposible

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Texto encontrado aquí.
Traducción de Alhelí Málaga

lunes, 30 de mayo de 2022

Un poema de Adam Zagajewski


Canción del emigrado
ADAM ZAGAJEWSKI

En ciudades ajenas venimos al mundo
y las llamamos patria, mas breve es
el tiempo concedido para admirar sus muros y sus torres.
Caminamos de este a oeste, ante nosotros rueda
el gran aro del sol
ardiente, a través del cual, como en el circo,
salta ágilmente un león domado. En ciudades extrañas
contemplamos las obras de viejos maestros
y, sin asombro, en añejos cuadros vemos
nuestros propios rostros. Habíamos existido
antes, e incluso conocíamos el sufrimiento,
nos faltaban tan sólo las palabras. En la iglesia
ortodoxa de París los últimos rusos blancos,
encanecidos, rezan a Dios, varios lustros
más joven que ellos y, como ellos,
impotente. En ciudades ajenas
permaneceremos, como los árboles, como las piedras.


---
Texto encontrado aquí.
Traducción de Elzbieta Bortkiewicz

sábado, 14 de mayo de 2022

Lenguajes XXXI

Quisiera estar solo en el sur
LUIS CERNUDA

Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.

El sur es un desierto que llora mientras canta,
y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia el mar encamina sus deseos amargos
abriendo un eco débil que vive lentamente.

En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.

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Texto encontrado aquí.

sábado, 30 de abril de 2022

Lenguajes XXIX



El agua de los sueños
FLOR BÁRCENAS FERIA

Rotas están las puertas de
la tierra.
CZESŁAW MIŁOSZ
 
Pescar del agua del sueño una puerta abierta
que te lleve al patio de tu infancia
para decirle a tu padre que no sacrifique animales frente a ti
que no haga pactos con tu dolor para honrar su apellido
ni que use el patio para festines con tiros al aire
mientras tu fragilidad es descubierta sola
delante de tu garganta
solo escuchada por el río.

Abrir la puerta
y detener siete veces la mano de tu padre
y siete veces perdonarle
y siete veces escribirle el mensaje en su sangre:
La infancia hala como la criatura blanca
ahogada en el centro del río.


De Bramidos de agua dulce (2020)
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Texto encontrado aquí.

domingo, 10 de abril de 2022

lenguajes XXVIII

Poema cursi para lo ya sido
MONTSERRAT ÁLVAREZ

Persistencia de lo sido algún día, más bien que
de ninguna continuidad llamada "yo", lo sido
como mera y totalmente sido, atómico
e irrecuperable: no lo que sigo siendo,
que no es nada, sino lo que no soy
o ya no soy,
me hace pensar en Lima / cada quien
tendrá su propia Lima / para algunos
será la de los malos viajes del terokal / para unos cuantos
será la del Regatas y las olas del surfing / aun para otros más
será la de aquel chifa o la del rioba / También Lima
destruye su concepto y se atomiza
cuando se la remite a la experiencia / Lima
Produce un cierto efecto ya tan solo el nombrarla de este modo,
fácil treta, un efecto
vagamente "poético" -ya saben,
la infinitud virtual de la connotación
(Está también la lánguida inclinación de la cursiva,
recurso que sugiere la tristeza
de manera sencilla y eficaz)-
Yo quiero ahora decirla a mi manera / No es desde la nostalgia,
exactamente, que escribo este decir / más bien podría
entenderse pensado desde una especie de "fragmentariedad",
si es posible explicar algo tan impreciso y como turbio,
he de reconocerlo / pero al grano:
la Lima que recuerdo o que quizá traiciono
y sólo invento -como todo lo sido, justamente-,
es la de ciertas zonas o arrabales
-no sé en rigor
cómo es que se nombran estos sitios-,
quizá sea "suburbios" el término adecuado,
mas no tengo al respecto ninguna certidumbre
Zonas, en fin, ámbitos semejantes
a lo que se disgrega y se confunde
con la atmósfera o con el horizonte,
o donde, si se quiere,
lo cotidiano inicia lo fantástico,
tal vez lo fantasmal
Calles, para entendernos, que terminan
en aquellas regiones del espacio
en las que éste limita con la Nada
Estas calles, al cabo de unas casas,
cada vez más pequeñas, como si lo real
se despidiera en ellas poco a poco -o es al menos así
como son en mi mente, en sus dibujos
inconclusos y vagos como esbozos
de lo que me fue propio y me es extraño
o de lo que fue yo y ahora es otro-,
más modestas también conforme avanza
el caminante y como dotadas
por su propia humildad de discreción,
diría quizá incluso introvertidas, vueltas
sobre sí mismas, más grávidas y densas
de sentido, más llenas
que las grandes y suntuosas de interioridad,
de hondura o de silencio (más llenas, simplemente,
se podría decir)
Y estas calles, decía, al cabo de las últimas aceras
de pálido cemento melancólico,
comienzan a borrarse, pierden o difuminan
sus contornos, se vuelven
espectrales, semejantes
al momento en el cual comienza un sueño
Su ser quimérico -el de todos
los sueños y el de Lima-
se revela, si persiste un rincón de lucidez,
por un detalle poco razonable
o en desacuerdo con lo verosímil
A veces es un quiosco en medio de un desierto
deshabitado y evidentemente
prehumano, cuyo vacío
niega toda función a ese vestigio
por completo social y antropomorfo
Y de pronto, como si lo real, según decía,
se despidiera delicadamente, siniestramente,
promisoriamente,
anunciando algo nuevo, deseable e inquietante,
el lugar del terror y la esperanza,
que es lo desconocido e imprevisible,
la zona de lo sólo presentido, de pronto, les decía
-y entonces en el aire lo bello y lo espantoso se confunden-,
se extinguen estos últimos vestigios como huellas
dejadas en la arena de lo mudo, de lo que no fue nunca, cual si dispersas
por una brisa oceánica / es entonces
cuando aparece el mar

Asunción, Paraguay, miércoles 20 de septiembre de 2006, 9:00 p.m.
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Texto encontrado aquí.

sábado, 26 de marzo de 2022

lenguajes XXVII

La transfiguración de Miguel Ángel (o "la fe mueve montañas")
PEDRO LEMEBEL

Cada cierto tiempo en Chile, y según el oportunismo noticioso, que levanta o acalla sucesos populares de acuerdo a las políticas de turno, se aparecen vírgenes en las cortezas de los árboles, en la pintura revenida de un muro abandonado, en la ventana rota de una casa de putas, en un gallinero, donde las aves ponen huevos con la cara de Nuestra Señora, en el vidrio del auto de Pinochet, hecho astillas en el atentado, en las tapitas de Coca-Cola, en la bandera desteñida de un club deportivo, en fin, por todas partes, sin previo aviso, la madre de Cristo reitera su performance iluminando al primero que la ve, dejándolo con los ojos blancos, titulado de curador, por ser el elegido que prendió la tele de la santidad.

Tal fue el bullado caso del Miguel Ángel de Villa Alemana. El niño santo, el púber médium que de un día a otro cambió su aporreada vida de orfanato por la fama de milagrero que hablaba con la virgen de tú a tú. Antes de aquella tarde, Miguel Ángel era un deslavado niño chileno, sin ninguna gracia. Y su pueblo no aparecía en las noticias desde el terremoto. Entonces nadie podía imaginar que ese pobre huacho iba a ser el personaje que provocaría tanta conmoción repitiendo yo la vi, yo la vi, ella me dijo. Y se despobló el pueblo con el alcalde, el cura, las profesoras, los bomberos y cuanto curioso corriendo, atropellándose por llegar al cerro donde el cabro decía que la virgen lo estaba esperando. Que ahí mismo, en esos peñascos, en esa lomita, hay una señora de blanco que me está llamando. ¿No la ven? Es tan linda. Fíjense cómo me sonríe. Pero nadie veía más que piedras y espinos. Nadie puede ver a la inmaculada porque ella no quiere, dijo una mujer. Ella sólo se deja ver por niños puros, y en este pueblo la gente es tan mala y peleadora. Solamente al Miguel Ángel le da la pasa para deleitarlo con su fulgor. Y parece que era cierto, porque el Miguel Ángel entraba como en éxtasis cuando llegaba la hora de su cita con la dama del alba. Y a través de su extraviada meditación, por su cara de arcángel volado, la multitud se hizo partícipe del milagro, viéndolo caer al suelo, orando, en trabalenguas y extrañas murmuraciones que las beatas traducían al latín y mapuche.La gran aglomeración de pueblo que llegaba a Peña Blanca estallaba en llantos y mea culpas cuando al chiquillo le bajaban esos tiritones, esos ataques, esa epilepsia delespíritu revolcándose en las piedras, arañándose la cara, arrancándose el pelo a mechones. No podían sujetarlo, tenía la fuerza de un toro, ni siquiera cinco hombres podían con él. Se dejaba todo machucado, solamente por los pecados del mundo, decían las mujeres. Por tanta cosa terrible que pasa en este país, el pobrecito se convierte en un Cristo niño que paga por nosotros.

Así, la noticia del Bernardito de Villa Alemana sobrepasó las fronteras del chismorreo campestre, sobre todo cuando se supo que un cojo salió corriendo, un ciego, dijo ver la bandera norteamericana en la luna, y un mudo se convirtió en relator deportivo. Entonces, comenzaron las peregrinaciones, las multitudes de enfermos que buscaban la sanación, y los sanos aburridos que deseaban contraer la epidemia de la fe. Por camionadas llegaban paralíticos tullidos y sifilíticos que arrastraban sus hernias, dejando una huella purulenta en el camino. Tratando de alcanzar la luz medicinal de las manos del niño santo, el iluminado Miguel Ángel, la bienaventuranza del pueblo, ahora cómodamente instalado en una regia casa, donde sus secretarias encuestaban, hacían prediagnósticos, repartían números, y a escobazos mantenían a raya al choclón de moribundos que se agarraban a muletazos por alcanzar una consulta. Y fue tal el suceso, que la conmoción llegó a Santiago. Y corrieron los periodistas acezando con sus grabadoras y libretas tomando notas. Y llegó la televisión con cámaras infrarrojas para revelar la imagen extraterrestre, que decían, bajaba al Chile de Pinochet para conversar con un niño pobre. Tanto despelote preocupó a la curia eclesiástica, siempre suspicaz frente a estos arrebatos de la fe popular. Y después de largas reuniones el obispado resolvió mandar a un viejo sacerdote experto en exorcismo a investigar los sucesos de Peña Blanca.

Así, el enjuto encargado se entrevistó con el cura del pueblo, indagó las vidas de los enfermos sanos, sostuvo largas pláticas con Miguel Ángel, permaneció día y noche mirando el peñasco donde decían aterrizaba la virgen. Meditó, rezó el rosario al revés y al derecho, intentó emocionarse con las piruetas parapléjicas de Miguel Ángel, estuvo tentado a parar las patas y ponerse de cabeza para ver el cielo al revés. Por si acaso, se arrepintió mil veces de haber, sido capellán militar, y haberle dado la comunión quizás a tanto asesino. No comió nada, evitando la tentación olorosa de los anticuchos, empanadas y fritangas con ajo que humeaban en la feria instalada a los pies del improvisado santuario. No dijo nada frente a ese circo que transformó el pueblo en una avalancha de acróbatas, saltimbanquis, prestidigitadores y gitanas que comerciaban con la imagen sacrosanta. Fue tolerante con los pósters a color que sacaron con la foto de María abrazada con el chiquillo. Con las distintas representaciones de la virgen: de huasa, de punky, de hippie, y hasta con un casco espacial bajando de un ovni. Se hizo el leso frente a tanta ignominia, lo soportó todo solamente para ver algo, para encontrarse cara a cara con la divinidad y preguntarle por qué había elegido a ese chiquillo mugriento que ni siquiera había hecho la primera comunión. Por qué señora, te apareciste a este cabro hereje. Por qué a mí me niegas tu presencia. A mí, que me he pasado la vida en flagelaciones y torturas, sólo para verte aunque sea de reojo. Por qué ni siquiera una lucecita, ni un rayito de esa tormenta eléctrica que deja con los ojos turnios a toda esta gente. Por qué no me has dado ni una seña, en todos estos días que he tenido que aguantar a tanto pecador, a tanto homosexual sidoso rascándose las pústulas a mi lado.

Por qué señora. Yo que he permanecido una semana con los ojos abiertos, con el corazón en paz, con la boca llena de tierra y las tripas secas de ayuno. Tratando de cachar algún destello, intentando aplacar la rabia, para que me llegue al menos alguna chispita de tu gracia. Para no irme como llegué. Y nada, nada, nada. Puro teatro, pura superchería de pobres y charlatanes. Pura falsedad esos milagros del tal Miguel Ángel. Sugestión colectiva, le voy a poner al informe que me encargó el arzobispado. Y si me equivoco, Dios nomás lo sabe.

El diagnóstico que dio la iglesia sobre el caso de Peña Blanca, más que desacreditar los poderes sanativos de Miguel Ángel, los hizo más populares, sumándose a sus fans otra parte de la religiosidad que desconfía de los curas.

Así, su fama traspasó las fronteras, llegando peregrinos de todo el mundo: enfermos incurables, que ya hablan recorrido otros santuarios tan taquilleros como Lourdes, Fátima y Lo Vásquez, gringos sudorosos por el cáncer, leprosos de la India, locas sídosas y desahuciadas que salían enfermas de sanas, agradeciendo a la virgen el milagro, besándole las manos a Miguel Ángel, que inmutable, recibía las donaciones voluntarias por el pago de sus poderes curativos. Regalos y abonos en dólares y cheques viajeros, que fueron juntando una pequeña fortuna. Para levantar un templo a nuestra señora, contestaba Miguel Ángel, cansado de tanta pregunta indiscreta, agotado de tanta entrevista copuchenta y de tanto repetir el rito del sana, sana, potito de rana.

Por eso, y respondiendo a las numerosas invitaciones que le hacían del extranjero, decidió tomarse un descanso. Y un día cerró el boliche argumentando que se iba a un encuentro internacional de iluminados. Y todo el pueblo lo fue a despedir a la carretera con lágrimas en los ojos. El alcalde leyó un largo y conmovedor discurso, y luego, aleteado por los aplausos, Miguel Ángel se alejó de su tierra repartiendo bendiciones por la ventana del bus, hasta que este fue sólo un puntito azul que se esfumó en la distancia.

Así, con la partida del santo, Peña Blanca retornó a su languidez de anonimato. El viento fue desmantelando los altares y la lluvia del invierno se encargó de desteñir las imágenes arrastradas por la tormenta. El zapatero desarmó su stand de refrescos y volvió a los zapatos, la modista guardó los frasquitos con tierra del monte y regresó a su costura, la profesora no tuvo más clientela traduciendo los mensajes divinos y retornó la tiza y el pizarrón, y los cabros chicos dejaron de ser guías turísticos odiando volver a clases. Y luego y pronto y después, todo volvió a ser tristemente como antes.

Varios años pasaron desde entonces, en Santiago la resistencia ocupó las calles a puro bombazo. Y la dictadura vio llegar los nacarados aires de la democracia, refunfuñando. Y Miguel Ángel se borró de la memoria de la gente, ocupada por los esperados cambios políticos.

Muy pocos se acordaban del niño santo cuando un periódico anunció su regreso. Dos o tres periodistas fueron al aeropuerto a esperarlo, y luego de ver a tanto exiliado bajar del avión y besar el suelo entre lágrimas y babas con tierra natal. Después de verlos descargar media Europa en sus equipajes, gritando en francés a tanto cabro mapuche que se resistía a bajar del avión. Pog qué. Chile seg feo. Yo quereg volveg a París, alegaban los críos del retorno, arrastrados de las orejas, chillando en un cruce de lenguas. Luego de este espectáculo, cuando no quedaban más pasajeros y los periodistas decepcionados por el fallido aviso se aprontaban a marcharse. En un enjambre de azafatas, como en su primer día de vuelo, se acerca una niña de pelo largo y gafas oscuras diciendo: ¿No me reconocen? Soy Miguel Ángel. La virgen me hizo mujer.

El programa especial de televisión que mostró la transfiguración del niño santo lo vio todo el país. Para armar el recuento biográfico, se desempolvaron imágenes de Peña Blanca, las multitudes, el cerro de la virgen, las fotos en éxtasis del Cristo adolescente, su prístino mirar, su pureza de ninfo celeste de entonces, contrastado con la mina tetona de lacia cabellera negra y labios rojos, en entrevista exclusiva por Canal Nacional. Poco quedaba del Miguel Ángel, ángel de los inválidos. Solamente algo de su voz, ahora enroquecida por la madurez, dándole gracias a la virgen por el relámpago transexual que la cambió el género.

También el programa incluyó testimonios de personas allegadas al personaje. Como la anciana doctora del orfanato, entrevistada y asegurando que Miguel Ángel de niño era hombrecito, tenia pene y testículos bien formados. Yo lo sé, porque me tocaba revisarlo bien seguido, de eso estoy segura. Ahora no sé, estoy confundida con los exámenes médicos que dicen que es una mujer y no presenta rastros de cirugía Él dice, perdón ella dice, que la virgen le ofreció para él un último milagro, porque estaba cansada y quería retirarse. Puede ser, yo no soy creyente pero «la fe mueve montañas». Además, hay cosas que aún la ciencia no comprende.

Después de la pausa comercial, habló un obispo. Dijo que Maria Santísima no hacia este tipo de milagros, menos interferir en la creación divina, porque ella, por muy madre que sea, no tiene poderes para cambiar la voluntad del creador que ha hecho al hombre bien hombre, y a la mujer, bien mujer. La biblia es muy clara en estas cosas, no admite trucos sodomitas ni operaciones sexuales con bisturíes místicos. La virgen no se manda sola, ella está subordínada al altísimo, que es la última palabra.

El controvertido documental reventó el rating televisivo. Por la pantalla se vio al Miguel Ángel peinándose, pintándose las uñas, planchando y cocinando como una sencilla doncella. También lo mostró paseando por el cerro de las apariciones de la mano con su actual novio. Un flamante macho joven declarando que se casarían lo antes posible, que serían muy felices y los hijos.... bueno, a la virgen siempre le quedan milagros, y "la fe mueve montañas".

Casi todos los protagonistas del suceso comparecieron en el juicio televisivo, menos el anciano encargado episcopal, ya muy viejo, y repitiendo que por fin la virgen le daba una prueba de su gracia, que después de tanta súplica, María conmovida, se le aparecía encarnada en la transfiguración de Miguel Ángel. Que ahora si podía morir tranquilo, después de ver su cara en la tele, en persona, hablando. Tan linda ella, tan joven, tan bella su mirada misericordiosa que apareció en la foto del diario, que él recortó para ponerla en el altar, para engalanarla de flores, reemplazando así la antigua imagen de esa señora tan pasada de moda.

El viejo sacerdote fue de los pocos que se tragaron el milagro, y se despidió del mundo extasiado con los ojos de su virgen travesti. El resto del país a la semana ya habla olvidado la insólita teleserie. Del Miguel Ángel nunca más se supo, nunca más hizo curaciones mágicas que dieran noticia. Seguramente por estar ocupado, cumpliendo labores domésticas.

En el pueblo nadie quiso hablar del asunto, nadie había prendido la tele ni leído el diario ese día. Sobre el tema se estableció una nube de silencio que borró el nombre Miguel Ángel de la memoria de sus habitantes. Sólo quedó el monte en medio del campo, iluminado a veces por un fulgor lunar que suaviza la erección pétrea con un manto vaporoso. Hasta allí, en medio de la noche, camuflados por las sombras, llegan hoy otro tipo de visitantes; un peregrinaje travesti que sube la cuesta de Peña Blanca con los tacoaltos en la mano. Mariquillas que quieren ser mujer, transexuales indigentes que no tienen plata para operarse, hermafroditas naturistas que exponen la próstata para recibir el hachazo celeste. Son los únicos que aún acuden al santuario, los únicos que riegan de velas el roquerío, los únicos que hacen la manda de quedarse extáticos en pose de diva hasta que retumba el alba. A ver si María desde el cielo los escucha, a ver si la mamita virgen, para callado y a espaldas de Dios, baja a la tierra para repetir el milagro, tan barato, tan suave como un golpe de azucena, sin anestesia y sin dolor.

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