domingo, 7 de enero de 2024

Un poema de María Font

Monopolio de Lima
(rule number one)


A Miluska Benavides

A esta ciudad le debo mi cuarta prueba de Elisa y mi lengua llena de migraña,
y contra todo sigo en la casilla del go desde mis veinte,
atada a esta ficha llena de empaquez de pastillas y sabor a "no me olvides".

En esta carrera contra las plantas carnívoras he perdido y
ya no puedo más;
contra el silencio y las veredas cuarteadas,
yo ya no puedo más.
Llega el sonido de la renta impagable
y mis ya no puedo más
que me muerden las muñecas.

Yo le temo más a salir de aquí que a la maldición de los que miran,
porque me consolido como perdedora
                                                            aquí,
                                                                ahora
                                                                        y
                                                                            siempre.

Perder tiene esa magia que solo se aprecia a los veinticinco,
cuando le dices a la palabra que en días como estos prefieres el silencio,
                                                        y jugar a los encantados
                                                            y que nadie te salve;
que es más seguro mirarlo todo desde esta torre,
donde la inminencia de los antirretrovirales no te saluda con la tarjeta "Casualidad"
y la mordida de la gata en celo no te devuelve al coro de tus intestinos
y el sonido del tráfico no le hace eco a tus sueños con hadas y coronas,
que apestan a guillotinas.

Pero la hora de salir ha llegado
y una sola puede decirse que, para nuestra mala suerte, de todos los elementos comestibles,
el miedo nunca estuvo dentro de la lista.

Me tientas con las propiedades de cartulina y me niego rotundamente,
pero no dejo de caminar hacia ti.

Y te grito este
T-E A-M-O
que no sabe mejor que tus lentejas,
pero, si lo miras con cautela, te habla de un salmo hecho con algodón de azúcar y mis tardes
comiendo zancudos en esa oficina en medio de la avenida principal.

Te grito un te amo
que me retrasa un turno,
pero no desaparece el cúmulo de ropa que me queda por lavar
y maúllo con la noche y el silencio de los que se pierden sin intentarlo,
de los que contemplan estas luces rotas que te hablan de mis delirios
como de mi poca forma
atrapada en este pantalón
donde ya no cabe otro kilo más.

Me dices que el juego no se termina aquí
y te creo,
la insolencia de los seis me tienta a tirar el tablero.
La luz se ha ido,
el agua se ha ido,
nos quedamos sin gas.
Y yo sigo atada a este juego.
Quedamos las dos contra el banco que lo jode todo.

Quiero ser una avispa y terminar esto ahora.

Me dices que siempre es demasiado pronto,
pero ya no ronroneo.
Vendes la ropa,
vendes mi ovillo,
vendes a la nuchacha que sonríe
al llegal al final del laberinto.
Vendo mis magos / vendo mis fotografías / vendo mis citas médicas / y el manuscrito de las doscientas cincuenta mil palabras.
Quiero la casa frente al Plaza Park.
Quiero la "Compañía de luz".
Quiero la "Avenida Connecticut" de mis cinco años.

El seis se confiesa nuestro enemigo.
Y te cuento que al final del juego terminaremos las dos,
las dos solas como al inicio,
las dos en esta insana acumulación de veinte.

Los recorridos de ida y vuelta hasta la "Estación Central",
los bolsillos rotos y los corazones en el "Arca comunal",
los bolsillos rotos y los sueños esperando el "Ferrocarril Pensilvania",
los bolsillos rotos y la caminata por la "Avenida Carolina del Norte" al salir del trabajo
y la propiedad en la avenida Alcázar,
sin hipotecas, sin vista al mar, sin el calzado Gucci, sin cuotas por pagar.
Llena de fantasmas, apariciones de otras vidas vivibles, con mapas de tesoros escondidos en un lugar recóndito del mundo, con la brújula para zarpar pronto y la miseria de la parada próxima en la cárcel de nuestra adultez,

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De: María Font, Manual de supervivencia para las hijas de los noventa, Ed. Hipatia, Lima, 2023