ANTONIO CHUMBILE
Mi padre
fue y cargó
7999 toneladas de piedra, ladrillo y fuego:
7996 casas ajenas,
2 malas hierbas,
media vida
y contando…
Mi padre alzó 7900 toneladas de esta ciudad
junto a decenas más de miedo, frío, cemento y varios “luego”.
Su voz fue el primer muerto.
Mi padre, a la fuerza, se equivocaba de sueños.
Mi madre no tenía sueños equivocados;
simplemente lo soñaba todo,
pero ése ya es otro universo.
Estos versos, como el resto, son restos
de memoria hecha cuerpo
cuerpo cuerdo bajo toneladas de vacíos que bailan bajo toneladas de realidad.
Quién sabe si más arriba no hay toneladas de algo más universal?
Una chacra, por ejemplo.
Pero esta sorda poesía no me responde:
¿Pasará el tiempo igual de sádico
sobre los seres que son y cargan 5 toneladas ajenas de realidad
para llevar algunos gramos de vida a casa?
¿Cuál casa? Su balanza muda, tuerta
se tambalea por 500 sueños.
Este universo, todavía,
es un niño
ciego.
Mi padre
cargó a mamá de joven,
a sus hijos por la tarde,
la amante los sábados (?)
y su cadáver los domingos.
Papá quería cargar los 5 y 7 años de sus hijos
pero le echaron encima los 500 kilos de pared del ingeniero.
Papá cargó y ha sido
9,999 mil 999 toneladas de iones en la materia en el recuerdo.
Ahora este poema se estira para pesar alguito más,
para no volcarse en bolsa vacía,
de esas que mamá colecciona por si las moscas,
la bolsa de las bolsas.
Pero, vamos, subrayemos lo perdido:
restemos a las 2400 veces que papá deseó un abrazo,
las dos veces que lo recibió:
una de niño, otra de borracho.
Agreguemos esas 6 millones de horas extras
sosteniendo el imperio para que no cayera sobre sus hijos
o no se hunda, al menos, sobre sus dedos.
Agreguemos salud y perlaschayay.
Pongamos encima, ya hecho,
las 3 veces que tuvo un hijo,
las mil veces que los amó
y las mil veces que no lo dijo,
porque también llevaba toneladas de palabras atoradas en la garganta,
palabras que no eran suyas porque las suyas estaban más al fondo,
en la boca del estómago,
sin poder y sin poder salir
por culpa de la ley,
culpa de los hijos que no dieron el tiempo,
de la mujer que no le dio el espacio,
del mundo que no dio los días,
del universo que no se dio un par vueltas por la realidad.
¿Cuál realidad?
Sorda Poesía, cállate y dime: el ingeniero vive? lleva toneladas de insomnio
y culpa? O el dinero es más rápido que dios?
Papá: tranquilo.
Ya todo va a caer
y para nosotros será más rápido:
cada tonelada es menos tiempo, menos sed.
Pasaremos por la realidad como una aguja.
No te preocupes: vayamos arriba o abajo
el peso y el exceso de materia alzada,
eso que nos debe el universo,
lo recibiremos en alma
por existir
por existir tanto
por resistir…
¿no?
Mi padre
fue y cargó
7999 toneladas de piedra, ladrillo y fuego:
7996 casas ajenas,
2 malas hierbas,
media vida
y contando…
Mi padre alzó 7900 toneladas de esta ciudad
junto a decenas más de miedo, frío, cemento y varios “luego”.
Su voz fue el primer muerto.
Mi padre, a la fuerza, se equivocaba de sueños.
Mi madre no tenía sueños equivocados;
simplemente lo soñaba todo,
pero ése ya es otro universo.
Estos versos, como el resto, son restos
de memoria hecha cuerpo
cuerpo cuerdo bajo toneladas de vacíos que bailan bajo toneladas de realidad.
Quién sabe si más arriba no hay toneladas de algo más universal?
Una chacra, por ejemplo.
Pero esta sorda poesía no me responde:
¿Pasará el tiempo igual de sádico
sobre los seres que son y cargan 5 toneladas ajenas de realidad
para llevar algunos gramos de vida a casa?
¿Cuál casa? Su balanza muda, tuerta
se tambalea por 500 sueños.
Este universo, todavía,
es un niño
ciego.
Mi padre
cargó a mamá de joven,
a sus hijos por la tarde,
la amante los sábados (?)
y su cadáver los domingos.
Papá quería cargar los 5 y 7 años de sus hijos
pero le echaron encima los 500 kilos de pared del ingeniero.
Papá cargó y ha sido
9,999 mil 999 toneladas de iones en la materia en el recuerdo.
Ahora este poema se estira para pesar alguito más,
para no volcarse en bolsa vacía,
de esas que mamá colecciona por si las moscas,
la bolsa de las bolsas.
Pero, vamos, subrayemos lo perdido:
restemos a las 2400 veces que papá deseó un abrazo,
las dos veces que lo recibió:
una de niño, otra de borracho.
Agreguemos esas 6 millones de horas extras
sosteniendo el imperio para que no cayera sobre sus hijos
o no se hunda, al menos, sobre sus dedos.
Agreguemos salud y perlaschayay.
Pongamos encima, ya hecho,
las 3 veces que tuvo un hijo,
las mil veces que los amó
y las mil veces que no lo dijo,
porque también llevaba toneladas de palabras atoradas en la garganta,
palabras que no eran suyas porque las suyas estaban más al fondo,
en la boca del estómago,
sin poder y sin poder salir
por culpa de la ley,
culpa de los hijos que no dieron el tiempo,
de la mujer que no le dio el espacio,
del mundo que no dio los días,
del universo que no se dio un par vueltas por la realidad.
¿Cuál realidad?
Sorda Poesía, cállate y dime: el ingeniero vive? lleva toneladas de insomnio
y culpa? O el dinero es más rápido que dios?
Papá: tranquilo.
Ya todo va a caer
y para nosotros será más rápido:
cada tonelada es menos tiempo, menos sed.
Pasaremos por la realidad como una aguja.
No te preocupes: vayamos arriba o abajo
el peso y el exceso de materia alzada,
eso que nos debe el universo,
lo recibiremos en alma
por existir
por existir tanto
por resistir…
¿no?
---
Texto encontrado aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario