martes, 27 de agosto de 2019

¡mira!


Nadando al desnudo
ANNE SEXTON

En el sudoeste de Capri
encontramos una pequeña gruta desconocida
donde no había nadie y
la penetramos completamente
y dejamos que nuestros cuerpos perdieran toda
su soledad.

Todo lo que hay de pez en nosotros
escapó por un minuto.
A los peces reales no les importó.
No perturbamos su vida personal.
Nos deslizamos tranquilamente sobre ellos
y debajo de ellos, soltando
burbujas de aire, pequeños
globos blancos que ascendían
hasta el sol junto al bote
donde el botero italiano dormía
con el sombrero sobre la cara.

Un agua tan clara que se podía
leer un libro a través de ella.
Un agua tan viva y tan densa que se podía
flotar apoyando el codo en ella.
Me tendí allí como en un diván.
Me tendí allí como si fuera
la Odalisca roja de Matisse.
El agua era mi extraña flor.
Hay que imaginarse una mujer
sin toga ni faja
tendida sobre un sofá profundo
como una tumba.

Las paredes de esa gruta
eran de todos los azules y
dijiste: “¡Mira! Tus ojos son color mar.
¡Mira! Tus ojos son color cielo”.
Y mis ojos se cerraron como si sintieran
una súbita vergüenza.


Versión/trad. de M.Rosenberg y D.Samoilovich
---------
Texto encontrado aquí.

lunes, 19 de agosto de 2019

aire


Franz Kafka; El castillo; traducción de José Rafael Hernández Arias; ilustraciones de Luis Scafati; Sexto Piso, 2015.

K tuvo la sensación de perderse o de que estaba tan lejos en alguna tierra extraña como ningún otro hombre antes que él, una tierra en la que el aire no tenía nada del aire natal, en la que uno podía asfixiarse de nostalgia y ante cuyas disparatadas tentaciones no se podía hacer otra cosa que continuar, seguir perdiéndose.

---------------------
KAFKA, Franz. El Castillo. Ilustración de Luis Scafati

jueves, 15 de agosto de 2019

soledad sonora

Elogio de la celda ascética
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

Piadosa celda, guardas aromas de breviario,
tienes la misteriosa pureza de la cal
y habita en ti el recuerdo de un Gran Solitario
que se purificara de pecado mortal.

Sobre la mesa rústica duerme el devocionario
y dice evocaciones la estampa de un misal;
San Antonio de Padua, exangüe y visionario
tiene el místico ensueño del Cordero Pascual.

Cristo Crucificado llora ingratos desvíos,
mira la calavera con sus ojos vacíos
que fingen en la noche una inquietante luz.

Y en el rumor del campo y de las oraciones
habla a la melancólica paz de los corazones
la soledad sonora de San Juan de la Cruz.

--------------
Texto encontrado aquí.