domingo, 7 de mayo de 2017

Atrapados




-Aprovechando que el señor Enrique no está – dijo – quisiera reiterar a todos los presentes que no son solo los cuentos lo que no debemos comentar. Tampoco debemos comentar nada de lo sucedido en terapia. Es uno de sus principios básicos. Incluso si una sesión fue tan intensa como la de ayer. En casos como este nuestro silencio es aún más necesario.
-¿Por qué? - preguntó Eusebio Kaim, sin alzar la mirada del plato.
-Porque entonces encubrimos con nuestras palabras e intentos de interpretación aquello que hemos descubierto. Al contrario, debemos dejar que la verdad empiece a actuar. Que encuentre su camino a nuestras almas. Sería deshonesto, respecto a todos nosotros, matar esa verdad por medio de discusiones académicas. Créanme que así es mejor.

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Me pregunto cómo sería, pensó Szacki, si ahora estacionase en el patio y entrase a ese departamento en el tercer piso, y allí me esperase aquella chica. Si tuviese una vida completamente distinta, otros discos de música, otros libros en los estantes, si sintiese el olor de otro cuerpo a mi lado. Podríamos ir a pasear por el parque Lazienki, le contaría por qué tuve que ir hoy a trabajar, por ejemplo en un estudio de arquitectos, y ella diría que soy muy valiente y me compraría un helado junto al teatro La Isla. Todo sería distinto.
Qué vileza, pensaba Szacki, que solo tengamos una vida, y que esta nos fatigue tan pronto.

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MIŁOSZEWSKI, Z. (2007). Uwikłanie. Varsovia, Polonia: Grupa Wydawnicza Foksal, p. 11 y p. 25-26


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