La oposición sabia muy bien lo que quería, o más bien lo que no quería. Estaba contra la comuna. El solo hecho de existir era ya como arena lanzada dentro de los mecanismos de funcionamiento de la RPL*. Su sentido básico era la existencia, y para que exista, había que inventarle numerosas ocupaciones. Ante todo, la critica al sistema, la visibilización de su carácter represivo. La crueldad del sistema se mostraba mejor sobre el propio lomo. El “Boletín Informativo”* reemplazaba a la crónica social- a quien y donde habían atrapado, a quien golpearon. A. pedía a los conocidos que llamen a Kuron* y digan que lo agarraron (fue encerrado para cuatro ocho, es decir cuarenta y ocho horas). Mientras tanto iba donde la amante, y el reporte de la represión de cada noche en REL (Radio Europa Libre) constituía una coartada para la esposa. Eso era lo que hacíamos: dejarnos encerrar. Le dábamos a la gente la sensación de que algo sucedía. Cuando algo sucede, a veces se mueve el pensamiento, que busca un nuevo nombre, y el nombre, un nuevo idioma. „Que es 'soloesprile'?” –se bromeaba. „Solos escriben, solos publican, solos leen.” Por que los bestsellers clandestinos no brillaron en las ediciones masivas? Quien se atrevería hoy a publicar “Monito” de Bradys* o “Circo” de Wierzbicka*? Pues si, su virtud no era el contenido ,sino ser de oposición. Y era una virtud autentica. Porque Polonia no estaba tan sedienta de nuevas obras literarias como de oposición. Sin embargo, hablar sin parar sobre la esencia monstruosa del totalitarismo se volvía, a largo plazo, estéril.
No se que sucedía en los departamentos de los prominentes de oposición. Cuan hondos análisis aparecían allí. Si se hacia allí algo de verdad aparte de beber whisky con los corresponsales extranjeros. Con seguridad se hacia política de un modo inaccesible a la plebe de oposición, de la que me consideraba parte. Sin embargo, no aparecía ningún programa o visión serios del modo de administrar la libertad. La soberanía y la democracia recién en el futuro iban a llenarse de contenido. Que contenido? En aquellos tiempos se callaba mas bien sobre economía. Se sabia que iba a ser una economía sin carencias en el mercado- o sea adivínalo, gatito, como escribiría Kisiel*. Pero a la marxista se seguía apostando por la clase obrera. Mas seguro era entonces no pensar en que precio podría tener que pagar la clase obrera por el cumplimiento de los suenos sobre el salchichón comúnmente accesible. Cada vez se dibujaban con mas claridad las diferencias entre la derecha y los “generalmente justos”, que normalmente evitaban como al fuego el termino „izquierda”. Simplemente no gustaban de la derecha nacional. Y en realidad a la tradicional derecha nacional, que seguía pensando en anacrónicas categorías de antes de la guerra, se oponía la moderada y civilizada derecha modernizada. Pero que en categorías como derecha nunca se auto definía. Quería tenerlos a todos: y a los obreros, y a los católicos, y a los hippies, y a los comunistas liberales (por si acaso). Tampoco criticaba alguna vez a la sociedad. Porque solo la sociedad podría hacer por fin una verdadera, gran lucha. Preludio de esta fue la primera visita del Papa.
Pero antes llego a mi ciudad Antek Macierewicz, para averiguar que opinábamos sobre la posibilidad de aprovechar la situación – es decir la reunión en un solo sitio de tal cantidad de gente- para fines revolucionarios. Estábamos donde Zbyszek del MDDHiC (derechista Movimiento de Defensa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano), sobre cojines, alrededor de una mesa baja en la que se lucia un gran salero de madera con forma de pene. Levantarse era peligroso, porque podía uno chocar la cabeza con una de las campanillas budistas. Antek daba un discurso sobre las posibilidades de la masa, que es un barril de pólvora, e intuitivamente tocaba el salero, con seguridad salando en exceso sus bocadillos. Yo pensaba que de todas formas no haremos nada contra la Iglesia, así que era perder saliva. Nadie se preocupaba por el Papa. Las campanillas tocaban (como en la Iglesia) porque de todas formas alguien se levantaba... Me atrapo una agotadora sensación de absurdo. Vivíamos en tiempos absurdos.
Y luego con Mirek viajabamos en el pequeno Fiat 126 a Cracovia, a la misa en Blonia. (“Para que usted, atea, viajo alli?”- inquiria luego mi agente de seguridad, Goscimil Glamkowski. Encogi los hombros. O puede que haya contestado algo y eso esta en mi carpeta, que no recogi del IPN*).
Amanecía. Cruzábamos pueblos y pequeñas ciudades, todos con una apariencia de que en toda Polonia se daba una gran procesión de Corpus Christi. Ese era otro país, y en mi germinaba el orgullo. En cambio Blonia estuvo fatal. Calor, el pasto pisado y gris. Una muchedumbre de polacos con los cuellos estirados, y en la lejanía algún teatro institucional. Incluso Dios, que a Polonia* no quedo bien. No, no hubiéramos hecho aquí ninguna revolución. La gente bebía te de botella, desenvolvía los sánguches de entre el papel. Aquella gente había venido, llegado por motivos absolutamente distintos, que hasta hoy son para mi un misterio. Cuantos habíamos sido, lo sentimos recién al separarnos.
Desde ese momento no podía dejar de pensar en la sociedad. De termino abstracto paso a ser para mi la multitud de gente a la que tal vez algo unía entre si – pero no conmigo. Y una multitud de no se sabe quienes. Eso no se parecía a las posteriores visitas del Papa. Estábamos aun tristes y sin energía.
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...continuará...
*Las dudas que hubiese intentare aclararlas en los comentarios...
la parte anterior
No se que sucedía en los departamentos de los prominentes de oposición. Cuan hondos análisis aparecían allí. Si se hacia allí algo de verdad aparte de beber whisky con los corresponsales extranjeros. Con seguridad se hacia política de un modo inaccesible a la plebe de oposición, de la que me consideraba parte. Sin embargo, no aparecía ningún programa o visión serios del modo de administrar la libertad. La soberanía y la democracia recién en el futuro iban a llenarse de contenido. Que contenido? En aquellos tiempos se callaba mas bien sobre economía. Se sabia que iba a ser una economía sin carencias en el mercado- o sea adivínalo, gatito, como escribiría Kisiel*. Pero a la marxista se seguía apostando por la clase obrera. Mas seguro era entonces no pensar en que precio podría tener que pagar la clase obrera por el cumplimiento de los suenos sobre el salchichón comúnmente accesible. Cada vez se dibujaban con mas claridad las diferencias entre la derecha y los “generalmente justos”, que normalmente evitaban como al fuego el termino „izquierda”. Simplemente no gustaban de la derecha nacional. Y en realidad a la tradicional derecha nacional, que seguía pensando en anacrónicas categorías de antes de la guerra, se oponía la moderada y civilizada derecha modernizada. Pero que en categorías como derecha nunca se auto definía. Quería tenerlos a todos: y a los obreros, y a los católicos, y a los hippies, y a los comunistas liberales (por si acaso). Tampoco criticaba alguna vez a la sociedad. Porque solo la sociedad podría hacer por fin una verdadera, gran lucha. Preludio de esta fue la primera visita del Papa.
Pero antes llego a mi ciudad Antek Macierewicz, para averiguar que opinábamos sobre la posibilidad de aprovechar la situación – es decir la reunión en un solo sitio de tal cantidad de gente- para fines revolucionarios. Estábamos donde Zbyszek del MDDHiC (derechista Movimiento de Defensa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano), sobre cojines, alrededor de una mesa baja en la que se lucia un gran salero de madera con forma de pene. Levantarse era peligroso, porque podía uno chocar la cabeza con una de las campanillas budistas. Antek daba un discurso sobre las posibilidades de la masa, que es un barril de pólvora, e intuitivamente tocaba el salero, con seguridad salando en exceso sus bocadillos. Yo pensaba que de todas formas no haremos nada contra la Iglesia, así que era perder saliva. Nadie se preocupaba por el Papa. Las campanillas tocaban (como en la Iglesia) porque de todas formas alguien se levantaba... Me atrapo una agotadora sensación de absurdo. Vivíamos en tiempos absurdos.
Y luego con Mirek viajabamos en el pequeno Fiat 126 a Cracovia, a la misa en Blonia. (“Para que usted, atea, viajo alli?”- inquiria luego mi agente de seguridad, Goscimil Glamkowski. Encogi los hombros. O puede que haya contestado algo y eso esta en mi carpeta, que no recogi del IPN*).
Amanecía. Cruzábamos pueblos y pequeñas ciudades, todos con una apariencia de que en toda Polonia se daba una gran procesión de Corpus Christi. Ese era otro país, y en mi germinaba el orgullo. En cambio Blonia estuvo fatal. Calor, el pasto pisado y gris. Una muchedumbre de polacos con los cuellos estirados, y en la lejanía algún teatro institucional. Incluso Dios, que a Polonia* no quedo bien. No, no hubiéramos hecho aquí ninguna revolución. La gente bebía te de botella, desenvolvía los sánguches de entre el papel. Aquella gente había venido, llegado por motivos absolutamente distintos, que hasta hoy son para mi un misterio. Cuantos habíamos sido, lo sentimos recién al separarnos.
Desde ese momento no podía dejar de pensar en la sociedad. De termino abstracto paso a ser para mi la multitud de gente a la que tal vez algo unía entre si – pero no conmigo. Y una multitud de no se sabe quienes. Eso no se parecía a las posteriores visitas del Papa. Estábamos aun tristes y sin energía.
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...continuará...
*Las dudas que hubiese intentare aclararlas en los comentarios...
la parte anterior
1 comentario:
RPL- Republica Popular de Polonia, Polska Republika Ludowa, nombre oficial del pais durante la epoca comunista.//
Jacek Kuroń (1934-2004)-dirigente de la oposicion anticomunista.//
Kisiel, Stefan Kisielewski, (1911-1991)- compositor, escritor, politico.//
IPN-Instytut Pamięci Narodowej, Instituo de la Memoria Nacional, institucion cientifica con atribuciones de investigacion que entre otros mantiene los archivos comunistas. Muchos ciudadanos tenian una carpeta con infromacion reunida sobre ellos que luego de la caida del regimen podia recogerse (para ver quien y que dijo sobre ti a los agentes)//
Dios que a Polonia- Boże coś Polskę, cancion patriotica y catolica que fue candidata a ser himno nacional en 1918.
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