Elogio
de la celda ascética
Piadosa celda, guardas aromas de breviario,
tienes la misteriosa pureza de la cal
y habita en ti el recuerdo de un Gran Solitario
que se purificara de pecado mortal.
Sobre la mesa rústica duerme el devocionario
y dice evocaciones la estampa de un misal;
San Antonio de Padua, exangüe y visionario
tiene el místico ensueño del Cordero Pascual.
Cristo Crucificado llora ingratos desvíos,
mira la calavera con sus ojos vacíos
que fingen en la noche una inquietante luz.
Y en el rumor del campo y de las oraciones
habla a la melancólica paz de los corazones
la soledad sonora de San Juan de la Cruz.
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