«¿Es posible que se resigne a vivir sólo por cobardía, por temor a la muerte?», se preguntó de pie junto a la ventana y mirando tristemente al exterior.
Sólo veía la gran pared, ni siquiera blanqueada, de la casa de enfrente. Al fin, cuando ya no abrigaba la menor duda acerca de la muerte del desgraciado, éste apareció.
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Sonia, esperando a Raskolnikov
Texto extraído de aquí.
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