sábado, 21 de enero de 2023

[las naves de los extraterrestres]


Los hijos de la tierra
ALICIA LOUZAO


Los hijos que descansan bajo los almendros y sobre la harina.
Las manos que los hicieron. La harina en la mesa y las perlitas blancas de los restos.
Los hijos y el olivo.
Y aquí tranquilos.
Células transparentes. Corazón de cigüeña. Pero nosotros sabemos la historia de la harina y los metales. Las manos blancas que los hicieron. Las perlitas de los restos.
Los hijos y el olivo.
Y aquí tranquilos,
como si nunca fuera a pasarles nada.
Como si todos los años que vienen fueran el mismo.
El baúl de los tesoros.
Las naves de extraterrestres.
Y el ruido.
Vienen los hijos.
Corazones transparentes. Manos de harina. Ellos duermen con esa respiración de los que no tienen nada que temer. Diminutos. Huesos que no conocen las matemáticas ni el infierno. Tienen todos los nombres en los ojos. Boca azul y boca abierta. Huelen a Nenuco. No es todavía la hora de la leche.
Los hijos y el olivo.
La madre que camina dando zancadas de plata. Tiene un hijo y lo elige entre los otros doce que respiran sobre la tierra. O la tierra respira debajo de ellos. Y ellos se mueven.
Y aquí tranquilos.
El agua en la montaña y los hijos pequeños como el ave roja dentro de una cabeza de espiga buscando el agua en la montaña.
La mano que llega en la madre dando zancadas y se mueve la tierra y se mueven los hijos de la tierra. Descansan bajo los almendros.
Las perlitas blancas. Células transparentes.
Caben en un puño de plata.
Pero nosotros sabemos la historia de la harina y los metales. Las manos blancas que los hicieron. Las perlitas de los restos. Duermen como hijos de la tierra.
Los hijos y el olivo.
Células transparentes.
Los hijos y el olivo y las manos blancas que los crearon
como las cosas bellas
que jamás serán quemadas.

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Texto tomado de la página Vallejo & Co.




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