CZESŁAW MIŁOSZ
III
Salí corriendo en un amanecer de verano entre el canto de las aves, y heme aquí de vuelta, y entre un momento y otro escribí mi obra.
Aunque se hacía tan difícil continuar la base de la n para hacerla tocar la u, o atreverse a juntar la r y la z.
Tomaba el frágil portaplumas y hundía la pluma en la tinta, amanuense errante con un tintero atado a la cintura.
Ahora considero que la obra es en lugar de la felicidad, y que se ve contaminada con piedad y horror.
Sin embargo el espíritu de este lugar debía estar en ella, como lo está en ti, a quien condujo desde la infancia.
Festones de hojas de roble, campanilla de iglesia entre las ramas del tilo llamando al oficio de mayo - quería ser bueno y no caminar entre pecadores.
Pero cuando intento recordar lo que fue, se me presenta como pozo, tan oscuro que es imposible distinguir o entender nada.
Lo único sabido es que hay pecado y hay castigo, mas allá de y sin importar lo que digan los filósofos.
Ojalá mi obra traiga provecho a las gentes y pese más que el mal hecho.
Tú sola, sabia y justa, serías capaz de calmarme, haciéndome entender que hice cuanto era posible.
Que se cierra la puerta del Jardín Negro, paz, paz, y lo que está acabado, acabado está.
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Traducción de Alhelí Málaga
Leído en: Czesław Miłosz, Facing the River, Carcanet Press
Texto original encontrado aquí.
III
Salí corriendo en un amanecer de verano entre el canto de las aves, y heme aquí de vuelta, y entre un momento y otro escribí mi obra.
Aunque se hacía tan difícil continuar la base de la n para hacerla tocar la u, o atreverse a juntar la r y la z.
Tomaba el frágil portaplumas y hundía la pluma en la tinta, amanuense errante con un tintero atado a la cintura.
Ahora considero que la obra es en lugar de la felicidad, y que se ve contaminada con piedad y horror.
Sin embargo el espíritu de este lugar debía estar en ella, como lo está en ti, a quien condujo desde la infancia.
Festones de hojas de roble, campanilla de iglesia entre las ramas del tilo llamando al oficio de mayo - quería ser bueno y no caminar entre pecadores.
Pero cuando intento recordar lo que fue, se me presenta como pozo, tan oscuro que es imposible distinguir o entender nada.
Lo único sabido es que hay pecado y hay castigo, mas allá de y sin importar lo que digan los filósofos.
Ojalá mi obra traiga provecho a las gentes y pese más que el mal hecho.
Tú sola, sabia y justa, serías capaz de calmarme, haciéndome entender que hice cuanto era posible.
Que se cierra la puerta del Jardín Negro, paz, paz, y lo que está acabado, acabado está.
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Traducción de Alhelí Málaga
Leído en: Czesław Miłosz, Facing the River, Carcanet Press
Texto original encontrado aquí.
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