martes, 29 de noviembre de 2011

fuera de la Casa Grande...

Pronto caería la noche y la oscuridad se haría mas intensa. Se levantó, decidido, cogió el bastón y se dirigió a un lugar entre la gran roca y el monte. Empezó a cavar, sacando la tierra con las manos. Trabajó con obstinación, sudaba y todo su cuerpo temblaba. Luego corrió hacia su hermano, le sacudió de nuevo, llamándole por ultima vez, aunque ya no esperaba ninguna respuesta, y agarrándole por los tobillos le arrastró hasta el hoyo y le metió en su tumba. Miro a Hammam, gimiendo, titubeó un momento, pero en seguida le echó tierra encima. Luego se secó el sudor de la cara con la manga de la galabeya y disimuló con arena el reguero de sangre que había dejado en la tierra. Se dejó caer, exhausto, en el suelo, sintiendo que le abandonaban las fuerzas. Quiso llorar, pero las lágrimas no acudieron a sus ojos. Pensó: "He sido vencido por la muerte". Él no la llamó ni la buscó, pero a ella se le antojó acudir. Si hubiera podido convertirse en cabra, se habría escondido entre el rebaño. Si hubiera podido ser un grano de arena se habría enterrado en la tierra. 'Ya no volveré a decir que soy fuerte, puesto que no puedo devolver la vida que he quitado. Su imagen nunca se apartará de mi memoria. Yo no enterré a un ser vivo ni inanimado; enterré lo que había hecho mi mano.'

-------------------------------------------
Naguib Mahfuz, Hijos de nuestro barrio, mr ediciones, Madrid 2006, p. 88

No hay comentarios: