Heráclito
Se compadecía de ellos, él mismo digno de compasión.
Porque eso está tras las expresiones de cualquier idioma.
Incluso la sintaxis, oscura, de la que lo acusaban,
Las palabras puestas así que con triple sentido,
No contienen nada. Esos dedos en la sandalia,
El pecho de la muchacha tan menudo bajo la mano de Artemis,
El sudor, el aceite de olivo en el rostro del hombre de los bajeles,
Participan en el Todo, existiendo separadamente.
Suyos en el sueño y a sí mismos ya nada más entregadas ,
Con amor al olor del perecible cuerpo,
al calor central bajo el vello púbico,
Con las rodillas bajo la quijada, sabemos que está el Todo
Y anhelamos inútilmente. Propios, entonces animales.
La existencia particular nos quita la luz
(Esta oración puede leerse desde ambos extremos)
"Nadie como él fue orgulloso y despreciativo".
Pues se torturaba a sí mismo, no pudiendo perdonar,
Que el momento de conciencia jamás nos cambia.
La compasión alcanzó la ira. Hasta que huyó de Efeso.
No quería ver un rostro humano. Vivía en las montañas.
Se alimentaba de pasto y el follaje, según dice Laertius.
Bajo la orilla escarpada del Asia el mar ponía las olas
(Desde arriba no se ven las olas, se ve tan solo el mar),
Y allí acaso el eco llevará las campanillas de las flores,
Acaso nadan los ropajes dorados de Orlando Furioso,
Acaso la boca del pez quita la pintura acuática de los labios
de la radiotelegrafista de las barcas de los marinos fondos?
Porque eso está tras las expresiones de cualquier idioma.
Incluso la sintaxis, oscura, de la que lo acusaban,
Las palabras puestas así que con triple sentido,
No contienen nada. Esos dedos en la sandalia,
El pecho de la muchacha tan menudo bajo la mano de Artemis,
El sudor, el aceite de olivo en el rostro del hombre de los bajeles,
Participan en el Todo, existiendo separadamente.
Suyos en el sueño y a sí mismos ya nada más entregadas ,
Con amor al olor del perecible cuerpo,
al calor central bajo el vello púbico,
Con las rodillas bajo la quijada, sabemos que está el Todo
Y anhelamos inútilmente. Propios, entonces animales.
La existencia particular nos quita la luz
(Esta oración puede leerse desde ambos extremos)
"Nadie como él fue orgulloso y despreciativo".
Pues se torturaba a sí mismo, no pudiendo perdonar,
Que el momento de conciencia jamás nos cambia.
La compasión alcanzó la ira. Hasta que huyó de Efeso.
No quería ver un rostro humano. Vivía en las montañas.
Se alimentaba de pasto y el follaje, según dice Laertius.
Bajo la orilla escarpada del Asia el mar ponía las olas
(Desde arriba no se ven las olas, se ve tan solo el mar),
Y allí acaso el eco llevará las campanillas de las flores,
Acaso nadan los ropajes dorados de Orlando Furioso,
Acaso la boca del pez quita la pintura acuática de los labios
de la radiotelegrafista de las barcas de los marinos fondos?
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dentro del poemario Gdzie słońce wschodzi i kędy zapada
(no se encuentra en la red, dispongo de un ejemplar en polaco, por si hay interesados :P )
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