ISABEL SABOGAL
I
Yo sé que Dios existe tras los sueños y los mares,
Y los ángeles bajando en círculos concéntricos,
Y tu rostro de niña en flor enamorada,
Y tu cuerpo de cáliz, blanco y puro en las tinieblas.
Yo sé que Dios existe y que tú existes
Y que la tarde va rodando hacia la nada,
Entre la niebla, amor, entre la niebla,
Entre las flores y los acantilados.
Yo sé que Dios existe tras los sueños y los mares,
Cuando abrimos los párpados en medio de la noche,
Y vemos una isla en algún lugar inexistente,
Verde y jugosa, con tortugas y follaje,
Hamacas y cabañas, y tu cuerpo de niña en flor enamorada.
II
Cómo quisiera amarte, niña, atravesando las tinieblas
De tu cuerpo finito y tan humano,
En el recodo de un camino que no existe,
En la posada donde paran demonios y dragones,
Donde toman cerveza y nos miran en silencio,
Y se sonríen y nos quieren en silencio,
Bordeando el cielo, sí, bordeando el cielo.
Cómo quisiera amarte, niña, atravesando las tinieblas
De tu cuerpo finito y tan humano,
De tus manos tan jóvenes y frágiles,
De tus uñas mordidas, tu sonrisa...
De tus ojos cerrados y sonrientes en el sueño,
Para captar tu alma escondida detrás de ellos,
Para captar tu alma escondida no sé dónde.
Cómo quisiera amarte, niña, más allá de los sueños y los mares,
Y los ángeles, bajando en círculos concéntricos,
Y tu cuerpo de niña en flor, y nacarado,
Tan finito, por Dios, y tan humano.
I
Yo sé que Dios existe tras los sueños y los mares,
Y los ángeles bajando en círculos concéntricos,
Y tu rostro de niña en flor enamorada,
Y tu cuerpo de cáliz, blanco y puro en las tinieblas.
Yo sé que Dios existe y que tú existes
Y que la tarde va rodando hacia la nada,
Entre la niebla, amor, entre la niebla,
Entre las flores y los acantilados.
Yo sé que Dios existe tras los sueños y los mares,
Cuando abrimos los párpados en medio de la noche,
Y vemos una isla en algún lugar inexistente,
Verde y jugosa, con tortugas y follaje,
Hamacas y cabañas, y tu cuerpo de niña en flor enamorada.
II
Cómo quisiera amarte, niña, atravesando las tinieblas
De tu cuerpo finito y tan humano,
En el recodo de un camino que no existe,
En la posada donde paran demonios y dragones,
Donde toman cerveza y nos miran en silencio,
Y se sonríen y nos quieren en silencio,
Bordeando el cielo, sí, bordeando el cielo.
Cómo quisiera amarte, niña, atravesando las tinieblas
De tu cuerpo finito y tan humano,
De tus manos tan jóvenes y frágiles,
De tus uñas mordidas, tu sonrisa...
De tus ojos cerrados y sonrientes en el sueño,
Para captar tu alma escondida detrás de ellos,
Para captar tu alma escondida no sé dónde.
Cómo quisiera amarte, niña, más allá de los sueños y los mares,
Y los ángeles, bajando en círculos concéntricos,
Y tu cuerpo de niña en flor, y nacarado,
Tan finito, por Dios, y tan humano.
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En: I. Sabogal, Todo está hecho a la medida de ti misma, Maquinaciones Poesía, Lima 2022